Adriana Almada, curadora de la muestra “El cielo Ishir: Relatos cosmogónicos del Chaco Paraguayo” que se puede disfrutar en el Museo América de Madrid hasta el mes de octubre, señala que Paraguay tiene la característica de ser un país que se muestra poco.
“Nadie se imagina cómo es el país, como sucede con Perú, Bolivia, o Brasil. Existe una especie de no imagen que también puede ser su gran fortaleza, ya que realmente despierta el interés de la gente por conocerlo”, señaló en declaraciones a EFE.
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La crítica de arte, que nació en Argentina pero lleva más de treinta años viviendo en Paraguay, afirma que mucha gente cataloga al país como una “gema oculta y desconocida” en América del Sur y que los Gobiernos hacen cada vez más esfuerzos por atraer turistas y darse a conocer.
Como ejemplo, destaca esta muestra que trabaja a partir de la obra de Flores Balbuena (más conocido como Ogwa), un artista indígena del Chaco paraguayo que transmite el relato mítico cosmogónico de la cultura Ishir, ilustrando a través de dibujos la narración del mito oral originario.
"Es un lugar desconocido incluso para los propios paraguayos, ya que es muy difícil acceder a esta zona al estar a muchas horas de distancia de Asunción", explica.
Otra forma de ver el mundo
La exposición se estructura en tres núcleos: el central, constituido por dibujos y pinturas de Ogwa y los otros dos por dos artistas paraguayos contemporáneos, las fotografías y videos de rituales Ishir de Fernando Allen y una instalación de Joaquín Sánchez.
Almada señaló que el objetivo de la exposición es reivindicar la cultura indígena local, no solo como una forma diferente de concebir el arte, sino que permite a los extranjeros adentrarse en otro mundo totalmente diferente. “Permiten conocer otro pensamiento, otra manera de pensar y vivir la vida”, afirma.
Para concluir, señala que los indígenas están viviendo un “proceso permanente de negociación” de sus patrones culturales, asumiendo muchas conductas y hábitos propios de una sociedad contemporánea.
Sin embargo, cree que lo más “valioso” es que conservan un registro y una memoria que no es fija, sino que se actualiza con el relato, es decir, que se va creando a nivel oral, visual y sonoro en el tiempo.
“Es una narrativa flexible que se va construyendo y actualizando cada vez que se cuentan las historias”, concluye.