Tanto desde Bruselas como desde el bloque integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay alientan el objetivo de alcanzar un acuerdo para finales de este año.
Aprovechan la “ventana de oportunidad” que se abre este sábado con el inicio de la presidencia semestral de España en el Consejo de la UE y el liderazgo que puede imprimirle a la negociación el presidente de Brasil, Luiz Imácio Lula da Silva.
El presidente brasileño ejercerá la titularidad del Mercosur, desde el próximo martes y hasta fin de año.
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No obstante, la complejidad de la cuestión llama a la cautela.
Para Gabriel Puricelli, coordinador del Programa de Política Internacional en el centro de estudios argentino Laboratorio de Políticas Públicas, “de aquí a fin de año es difícil que se avance” en la negociación.
El acuerdo con la Unión Europea, y las demandas cruzadas
La cumbre que el bloque suramericano celebre el lunes y el martes en la ciudad argentina de Puerto Iguazú resultará clave para que los cuatro socios de la unión creada en 1991 acuerden una contrapropuesta a la lista de demandas remitida por los europeos en marzo último.
El escenario es complejo ya que, tras dos décadas de arduas conversaciones, el 28 de junio de 2019 la UE y el Mercosur alcanzaron un acuerdo político general para sellar un pacto de libre comercio, dejando pendiente la resolución de algunos aspectos técnicos.
Pero esa discusión se complicó por la aparición de nuevas demandas a ambos lados de la mesa.
En la UE persisten las resistencias entre los países con fuerte sector agrícola, con Francia a la cabeza, a abrir sus mercados a los competitivos productos agropecuarios suramericanos.
El acuerdo con la Unión Europea ante la imposición
A ello se han sumado nuevas exigencias europeas en materia ambiental, como la introducción de un instrumento sobre desarrollo sostenible adicional al acuerdo alcanzado en 2019.
El Mercosur lee como la imposición de compromisos derivados del Acuerdo de París y teme se conviertan, en la práctica, en una barrera para sus exportaciones a la UE.
Y del lado del Mercosur, en tanto, Brasil rechaza hacer concesiones en el capítulo de compras gubernamentales para proteger a las pequeñas y medianas empresas del bloque.
Alto nivel
Así las cosas, las últimas semanas estuvieron marcadas por encuentros de alto nivel político en los que el estado de las negociaciones estuvo al tope de la agenda.
A mediados de junio la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, viajó a Brasil y Argentina, donde abordó directamente la cuestión con Lula y Alberto Fernández.
El presidente argentino, quien este primer semestre ha presidido el Mercosur, prometió a la líder europea presentar en Iguazú a sus socios una propuesta con tres puntos concretos (medioambiente, cooperación y cadenas de suministro) para “destrabar” la negociación y arribar a un pacto balanceado y justo.
Una semana después, Lula se entrevistó en París con el presidente francés, Emmanuel Macron, a quien planteó que las condiciones puestas por los Veintisiete “son inaceptables” y reclamó “un poco más de flexibilidad” para lograr un acuerdo bueno para todos.
Un logro histórico
Según Puricelli, a favor de una “aceleración” en la negociación “juega la Presidencia española de la UE, que desearía intensamente tener un logro histórico que exhibir”.
Pero el experto recordó a EFE, que, además, del veto francés, “polacos, neerlandeses y austríacos, entre otros, han rechazado abiertamente la puesta en marcha del acuerdo”.
Tras la cita en Puerto Iguazú, las miradas estarán puestas en el diálogo que los líderes de ambas partes mantengan en la cumbre de la UE y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), prevista para el 17 y 18 de julio en Bruselas, y sus esfuerzos para sacar a la negociación de su punto muerto.
Para el Mercosur, un pacto con la UE representa nuevas oportunidades comerciales con un mercado de unos 450 millones de consumidores que ya es su segundo socio comercial.
Según datos oficiales, en 2022 Mercosur exportó bienes a la UE por 62.928 millones de dólares (57.893 millones de euros) e importó desde el bloque europeo por 57.215 millones de dólares (52.638 millones de euros).