“Ambos creemos que llegó la hora de concluir ese acuerdo entre la UE y el Mercosur. Tenemos la ambición de terminarlo cuanto antes, a más tardar a finales de este año”, afirmó Von der Leyen en una declaración tras su encuentro con Lula.
La presidenta de la Comisión Europea se dijo optimista sobre la posibilidad de alcanzar un acuerdo entre ambos bloques y destacó las ventajas que el mismo generará.
Pero Lula, en la misma declaración, citó algunas reticencias de Brasil a las negociaciones en curso, especialmente las exigencias ambientales europeas y a la posibilidad de que Brasil abra sus compras gubernamentales.
Von der Leyen dijo que la UE espera las contrapropuestas del Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay) al instrumento de garantías ambientales propuesto por los europeos, para vetar las importaciones de productos que contribuyan a la deforestación o a los cambios climáticos.
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"Mandamos una carta con un instrumento adicional y aguardamos con impaciencia su respuesta. Porque es nuestra vez de oírlos, de saber dónde tenemos que dar un paso para acercarnos y, por eso, esperamos que hasta el final del año concluyamos el acuerdo", afirmó la presidenta de la Comisión Europea.
Al respecto, Lula dijo que aprovechó la reunión para exponerle a Von der Leyen las preocupaciones de Brasil con tal instrumento adicional, ya que "amplía" las obligaciones de los países suramericanos "y convierte su incumplimiento en objeto de sanciones".
El líder brasileño criticó igualmente la ley europea que prohíbe la importación de productos con procedencia de regiones desforestadas ilegalmente, lo que podría restringir las exportaciones brasileñas.
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"La premisa que tiene que existir entre socios estratégicos es la de confianza mutua y no la de desconfianza y sanciones", dijo.
Von der Leyen matizó las críticas y dijo que la UE y el Mercosur comparten la misma visión sobre la lucha contra los cambios climáticos y sobre los derechos laboristas y que es necesario incluir en el acuerdo “esos elementos comunes”.
Lula también reforzó sus críticas a la inclusión de las compras gubernamentales en el acuerdo por considerar que las empresas europeas quedarían en ventaja frente a las brasileñas en las licitaciones públicas.
Aseguró que, tras el grave proceso de desindustrialización de los últimos años en Brasil, el Gobierno “mantendrá el poder de conducir las políticas de fomento industrial por medio del instrumento de compras públicas”.