Paulo Peregrino, de 61 años, muestra feliz dos resonancias magnéticas de su torso, una plagada de manchas oscuras de un linfoma en estado avanzado y otra completamente limpia de células cancerosas, dos imágenes captadas apenas con un mes de diferencia.
Peregrino recibe a EFE en un apartamento en Sao Paulo donde reside de forma temporal mientras sigue en observación médica y relata que recurrió a este tratamiento, aún experimental en Brasil, al sentir que "ya no tenía otra opción".
Paciente con leucemia
Atrás han quedado trece años de hospitales, primero por un cáncer de próstata que le apareció en 2013 y después, por el linfoma que le surgió en 2018 y resistió a quimioterapias y a un trasplante de médula ósea.
Ahora, ya hace planes de cara a su próximo cumpleaños, en noviembre, para celebrar que en los últimos meses renació "dos veces", una por superar el linfoma y otra por una septicemia que le volvió a llevar a cuidados intensivos después de la terapia celular.
Paulo forma parte de un grupo de 14 pacientes que se han tratado desde 2019 en el marco de los estudios experimentales con CAR-T, que realiza con fondos públicos la fundación Hemocentro de la Universidad de Sao Paulo, en colaboración con otras instituciones públicas.
De los 14 pacientes, la gran mayoría presentó una remisión de los tumores completa o muy importante y sólo dos fallecieron, unos números "similares" a los de otros lugares donde se aplica esta terapia, como Estados Unidos y Europa, según dijo el doctor Vanderson Rocha, quien trató a Peregrino.
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Tratamiento brasileño
El director de Hemocentro, Dimas Covas, explicó que el tratamiento se ha desarrollado de forma integral en Brasil, sin vínculos con las patentes ni procesos comerciales en otros países.
El objetivo es conseguir que el tratamiento sea "más accesible" y pueda ofrecerse a través de la sanidad pública.
El próximo paso se dará en el segundo semestre de este año, cuando se ponga en marcha un estudio clínico más amplio, con cerca de 80 pacientes, que servirá para obtener el registro sanitario de la terapia, algo que alcanzará previsiblemente en el plazo de un año.
De forma paralela, Hemocentro colabora con otras instituciones, entre ellas el laboratorio Instituto Butantan, para ampliar la capacidad de producción de las células.
Una nueva unidad fabril, que ya está operacional pero aún no produce el tratamiento, tiene la capacidad de fabricar 300 tratamientos por año, aunque se planea aumentar la capacidad para atender a la demanda prevista, según Covas.
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Cura para linfomas
Los investigadores recalcan que la terapia de momento sólo es efectiva para leucemias y linfomas de células B, por lo que no es útil para cualquier tipo de cáncer, y sólo se recomienda en casos en los que han fracasado las terapias tradicionales, como la quimioterapia y los trasplantes de médula.
El tratamiento celular tiene un costo elevado, de unos 2 millones de reales (unos 406.000 dólares), pero pacientes como Paulo Peregrino no han tenido que pagar nada por tratarse de un programa público.
La técnica consiste en modificar en el laboratorio las células de defensa del paciente, los linfocitos, para que aprendan a eliminar la enfermedad, y después, se inyecta el cóctel de linfocitos en el organismo mediante una transfusión.
Covas explica que el CAR-T, en opinión de muchos, puede ser “posiblemente la nueva frontera de tratamiento de cáncer” y en un futuro no solo servirá para detener el linfoma, sino que podría aplicarse a otros tipos de cáncer como el de mama o de intestino, algo que puede suponer “una gran revolución”.