Ante la falta de acuerdo entre oposición y Gobierno, e incluso la división en el seno de varios partidos, el ministro del Interior, Vit Rakusan, propuso este lunes posponer a septiembre el debate de este cambio legal, que comenzó la semana pasada.
La propuesta para que los homosexuales puedan casarse partió de una diputada de ANO, un partido liberal opositor, y de la presidenta del Parlamento, del conservador TOP09, una de las formaciones de la coalición de Gobierno.
Alena Schillerová, portavoz parlamentaria del ANO, ha rechazado sin embargo que se use la palabra matrimonio para las uniones homosexuales, una postura que mantienen también sectores del ODS, otro de los partidos del Gobierno.
El jefe del grupo parlamentario de esta formación, Marek Benda, ha propuesto incluso que el matrimonio quedé legalmente definido como la unión entre un hombre y una mujer.
Un intento de compromiso sería, según el diputado de ANO Patrick Nacher, que se otorguen esos mismos derechos a las uniones del mismo sexo, sin llamarlas matrimonio.
Dos tercios de la población adulta checa apoya la aprobación del matrimonio homosexual, según una encuesta publicada en la emisora pública "Cesky Rozhlas".
La ley de uniones del mismo sexo, aprobada en 2006 tras superar un veto presidencial, no prevé la posibilidad de adopción, de percibir la renta de jubilación por viudedad o de tener régimen de bienes gananciales, pero sí otorga los mismos derechos de herencia que el cónyuge y también establece la obligación de sostenimiento.
Esto no impide, en la práctica, que las parejas homosexuales adopten niños, pero a título individual y no como pareja, según un fallo del Tribunal Constitucional.
Ello es visto como discriminatorio por una mayoría de la sociedad checa, aunque en la actual constelación parlamentaria, la más conservadora en la historia de esta joven democracia -tanto socialdemócratas como comunistas carecen de representación en la cámara-, es improbable que cambien las cosas.