Soldados de la KFOR, la misión de la OTAN en Kosovo, se han desplegado esta mañana frente al edificio del Ayuntamiento en Zvecan, donde ayer se produjeron las violentas protestas, así como en la localidad de Leposavic.
También están presentes en la zona unidades de la policía especial de Kosovo con vehículos blindados, según los medios locales.
Grupos de manifestantes serbios vuelven a concentrarse en las cercanías, entre ellos los empleados que trabajan en el Ayuntamiento, al que no tienen acceso desde el pasado viernes, cuando la policía kosovar rompió a la fuerza el bloqueo de los serbios para permitir el paso a los alcaldes.
Lea más: La UE insta a la desescalada “inmediata” de la violencia en algunas alcaldías de Kosovo
La KFOR intervino ayer con gas lacrimógeno y bombas de aturdimiento para contener las violentas protestas de los serbios, que han dejado más de 50 manifestantes heridos, uno de ellos de bala y en estado grave, y 30 soldados italianos y húngaros que sufrieron fracturas, contusiones y quemaduras.
Los serbios, minoría en Kosovo pero mayoría en cuatro municipios del norte, no reconocen la autoridad de los alcaldes, pertenecientes a la mayoría albanesa del país.
Fueron elegidos el pasado abril en unas votaciones que los serbios boicotearon y en las que la participación apenas superó el 3 %.
Lea más: La OTAN condena “enérgicamente” los ataques “inaceptables” a sus soldados en Kosovo
Los serbios exigen la retirada de los nuevos ediles y de los policías especiales del norte.
Estados Unidos y la Unión Europea han condenado los ataques serbios a las tropas internacionales.
Belgrado acusa al primer ministro de Kosovo, Albin Kurti, de provocar los incidentes, al haber usado el pasado viernes las fuerzas de la policía especial contra los manifestantes serbios para forzar la entrada de los alcaldes a los Ayuntamientos.
El presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, pidió a los serbios de Kosovo que se manifiesten de forma pacífica y “no entren en conflictos con la OTAN”.
Kosovo, antigua provincia serbia poblada por una gran mayoría de albaneses, proclamó en 2008 su independencia, que Serbia no reconoce.
Ambos países negocian la normalización de sus relaciones sobre un nuevo plan de la Unión Europea, apoyado por Estados Unidos, en un proceso interrumpido con frecuencia por crisis y tensiones.