Lo ha señalado Gonçalves en una entrevista con EFE a su paso por España para reunirse con el resto del equipo de Mighty Earth y trabajar especialmente en torno a dos asuntos que afectan a los pueblos indígenas y a los ecosistemas de Brasil: el acuerdo comercial con Mercosur, que se negocia actualmente en la Unión Europea, y el recién aprobado Reglamento contra la deforestación importada (EUDR).
El problema que identifica en este nuevo reglamento -que aspira a detener la destrucción forestal que ocasionan algunos productos comercializados en la UE- es que “dice mucho sobre la Amazonía y los bosques, pero hoy el bioma más impactado en Brasil por la deforestación es El Cerrado”.
De la política de Lula da Silva, Gonçalves opina que “va por el buen camino”, pero advierte de que su ONG “va a seguir monitoreando” para comprobar que no son anuncios en vacío.
Además, señala que el compromiso del ejecutivo de preservar la Amazonía está más centrado en prevenir los incendios, así que la época de quemadas -que en Brasil tiene lugar entre agosto y octubre- “va a ser la prueba de fuego de la gestión forestal del gobierno de Lula”.
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También echa en falta más contundencia en los mensajes de su jefe de gobierno al hablar de lo que considera el “verdadero problema” en su país, el agronegocio que impulsa la deforestación para macroplantaciones de monocultivos y cría de ganado, sobre todo en biomas como El Cerrado, de donde proviene la mayor parte de la soja que se importa en España.
En los últimos cuatro meses, los datos oficiales apuntan a que la deforestación en la Amazonía ha caído un 40 % respecto al año pasado -cuando aún gobernaba el ultraderechista Jair Bolsonaro-, “pero en El Cerrado la deforestación ha subido un 15 %”, precisa Gonçalves.
Preocupado por que EUDR pueda traspasar la destrucción forestal del Amazonas a biomas como El Cerrado, y por que el acuerdo comercial UE-Mercosur pueda agravar la situación, el equipo de Mighty Earth se reunió la semana pasada con el ministro de Consumo, Alberto Garzón.
La organización, que ha seguido de cerca el desarrollo de EUDR, pide ahora al Gobierno español que durante su presidencia del Consejo de la UE insista en que en la revisión del reglamento se incluyan también otras áreas boscosas como la sabana de El Cerrado.
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El reglamento, tal y como está diseñado, afectaría únicamente a la comercialización de algunas de las materias primas que más deforestación generan para sus cultivos -el aceite de palma, el vacuno, la soja, el café, el caucho, la madera y el cacao (y derivados)- y sólo protegería los bosques, por lo que deja fuera a otros ecosistemas también impactados por la agroindustria, como son los humedales, las turberas o las sabanas.
Respecto a UE-Mercosur, Gonçalves aclara que no están en contra porque se trate de un acuerdo comercial -aunque habitualmente no están a favor de los tratados de libre comercio, en tanto que “normalmente se han planteado para beneficiar a las grandes empresas a costa de saquear el medio ambiente y violentar los derechos humanos”.
Pero advierten de que, en este caso, el acuerdo compromete la seguridad de la biodiversidad y de los pueblos indígenas de los países de Latinoamérica y “especialmente de Brasil”.
“Queremos que se cierre esta negociación y se empiece otra con unos parámetros distintos; primero, que las legislaciones de los países de ambos bloques estén a nivel más alto de exigencia ambiental”, sostiene Gonçalves, que también critica la “falta de transparencia” y la ausencia de un debate público en la ciudadanía europea sobre UE- Mercosur.