“Los daños y la pérdida de vidas eran previsibles y se podían evitar, y están claramente vinculadas con la negación de los derechos humanos” de los rohinyás, dijo el alto comisionado de la ONU para los derechos humanos, Volker Türk, en una conferencia de prensa en Ginebra, en la que hizo un repaso de las crisis más alarmantes en el mundo.
Los rohinyás forman una comunidad de confesión musulmana a la que el Estado birmano ha negado por décadas los derechos más elementales, mientras ha intentado al mismo tiempo debilitar al máximo su capacidad de sobrevivir a través de intervenciones armadas y de la destrucción de sus pueblos.
"Las comunidades desplazadas (de rohinyás) han subsistido en estructuras temporales de bambú, algunos están así desde 2012, mientras los militares birmanos rechazan una y otra vez los pedidos de los organismos humanitarios para construir condiciones de vida más adecuadas en áreas con menos riesgo de inundaciones", explicó Türk.
El ciclón Mocha afectó y ocasionó inundaciones en el oeste de Birmania, donde están los rohinyás que quedaron tras una gran oleada de ataques que perpetró contra ellos el Ejército birmano en 2017 y que causaron la huida de cerca de un millón de ellos, que se refugiaron en la vecina Bangladesh y siguen allí.
Las organizaciones de ayuda estiman que cerca de 500 personas pueden haber muerto por este desastre natural, que ha provocado que 800.000 personas necesiten asistencia humanitaria.