Se trata del mayor Flávio Silvestre de Alencar, quien el día de la asonada dirigía un batallón responsable por la seguridad en la sede del Congreso Nacional y, según la investigación, ordenó que la tropa se retirase y facilitó así la acción de los golpistas, según informó la Policía Federal.
En esa fecha, ocho días después de la toma de posesión de Lula, miles de seguidores del expresidente Jair Bolsonaro, líder de una ultraderecha que no reconoció el resultado de los comicios de octubre pasado, asaltaron los tres poderes de la Nación en un claro intento de derrocar al Gobierno legítimamente electo.
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Las autoridades llegaron a detener a unas 2.000 personas por la intentona golpista, pero en la actualidad permanecen en prisión menos de 300 y el resto aguarda el final del proceso en libertad, aunque con diversas medidas cautelares.
Por los sucesos del 8 de enero, la Fiscalía General ha presentado acusaciones contra 1.390 personas, de las cuales la Corte Suprema ya ha aceptado los cargos en 1.045 casos y actualmente analiza otras 131 denuncias.
Uno de los investigados por esos sucesos es el propio Bolsonaro, quien el 8 de enero estaba en Estados Unidos, adonde viajó dos días antes de terminar su mandato para evitar entregarle el poder a Lula, pero figura como sospechoso de “incitar” a sus seguidores a atacar las instituciones democráticas.
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El líder ultraderechista, que gobernó entre 2019 y 2022, declaró el pasado 26 de abril ante la Policía por este caso y negó cualquier tipo de responsabilidad con la intentona golpista.