El informe presentado este lunes en Barcelona cita casos como uno en Colombia para mostrar esa alternativa.
El proyecto Transgang, impulsado por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona con fondos de la Unión Europea, ha tomado cinco años de análisis de bandas juveniles en doce ciudades de Europa, América Latina y el norte de África.
En todas ellas se han encontrado "ejemplos de experiencias positivas", destacó a EFE el investigador principal de Transgang, el catedrático de Antropología Social Carles Freixa.
"Buscábamos experiencias positivas de mediación en la resolución de conflictos surgidas desde el interior de las mismas o en colaboración con otras entidades, ONG, la academia, organismos locales e incluso la policía", relató.
Freixa consideró demostrado de que es posible buscar caminos alternativos a la persecución de estos jóvenes y que las bandas no responden siempre a los "estereotipos" que se hacen de ellas.
"Es posible buscar caminos alternativos a la mano dura y la prisión para estos jóvenes, para que no se enroquen en la clandestinidad y al violencia, sino que vean otras formas de buscar su lugar en la vida y construir su identidad", defendió.
Entre otros ejemplos, citó la comuna 13 de Medellín (Colombia), donde tras la muerte de un rapero se impulsó un centro de hiphop y se dio trabajo a varios jóvenes para que hicieran de guía en un tour por los grafitis del barrio.
"Muchos jóvenes pudieron pasar de un futuro inexistente, o directamente en prisión, a otra forma de vida. Y los vecinos pasaron de ver a las bandas como el enemigo público número uno a elementos constructivos para dar identidad renovada al barrio", señaló.
Otro ejemplo que citó es Barcelona, donde tras cruentas batallas de bandas como los Ñetas y los Latin Kings se optó desde varios agentes sociales por entrar en contacto con sus líderes y a través de la mediación de conflicto aceptarlos como asociaciones culturales, de las que salieron experiencias artísticas.
Freixa comentó que es "imposible suprimir a las bandas de raíz", pues "pasan a vivir de forma clandestina".
"Lo viable y posible es trabajar con sus miembros para reducir la violencia y darles otras vías", añadió el investigador.