Andrés Roca Rey no logra acabar de llenar las plazas monumentales mexicanas. Sí convocar mucho público que no protesta ante un encierro escandalosamente manso en la feria taurina con más atención mediática de América.
La popular figura inició su tarde con un toro de feas hechuras pero carnes apretadas y menos peso que sus compañeros de chiqueros. Roca Rey lo probó con el capote y comprobó no embestía. Cabeceó el feo mugiente al caballo tumbándolo. Sin picar llegó a la muleta del peruano. Roca Rey asomándose lo justo realizó dos tandas ligadas. La pierna contraria de Andrés jugó al cucú-tras toda la tarde.
Para la tercera tanda no quedaba toro. Nada por la izquierda y tremendismo con la diestra ante un animal tan inerte que no hubo manera de estoquearlo. Roca Rey hubo de recurrir a la espada acabada en cruz.
El cierra plaza de justa presentación iba a la muleta con algo de genio. El matador peruano lo citó en paralelo. Cuando se cruzaba lo hacía dejando la muleta atrasada. Abrevió sin probar el pitón derecho. Falló con los aceros.
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Tiene otra oportunidad Andrés en esta feria de Aguascalientes este martes 25 de abril.
La oreja del heredero sanguíneo de Armillita sucedió en el segundo de la tarde.
Sin trapío, Espinosa lo recibió con una larga cambiada de rodillas. El torero tuvo el mérito de realizar tandas con cierta quietud. Toreó al natural iniciando con un pase cruzado. Breve pasaje por la izquierda con temple y mando. Mató de una estocada y recibió una oreja.
A su segundo Fermín Espinosa lo citó aliviado. El manso tomaba la muleta a trompicones.
Se debería prodigar más Espinosa IV al natural donde se le ve con sitio. De nuevo por ese pitón el de luces mostró pureza. Capaz de citar con la tela caída y de frente. La descarada falta de casta provocó pitos. Muy pocos. Nadie se sumaba. Mató con eficacia el mexicano.
El más veterano del cartel, Diego Silveti, fue arroyado en un quite por un berrendo con muchos kilos. El manso se desentendió de su rival cuando lo tenía a su merced. Silveti toreó sus dos astados abusando de pico.
Al ver que no obtenía triunfo Silveti pidió uno de regalo que se despitorró contra un burladero nada más saltar al ruedo.
La quinta tarde de la Feria de San Marcos, tras un desfile de mansos agónicos, finalizó con muy pocos aficionados protestando y la mayoría cantando el Toro Enamorado de la Luna al unísono con la megafonía.
