Las previsiones para la economía rusa mejoraron a lo largo de los últimos informes.
Se creía que en 2022 el PIB sufriría una fuerte contracción, con una caída del 6%, pero Rusia terminó el año en una recesión de “solo” el 2,1%.
Y para 2023 la situación se presenta mejor: el pasado mes de octubre, el FMI pronosticaba una recesión de 2,3% pero en enero la cambió por un ligero crecimiento, de 0,3%.
Ahora el informe publicado con motivo de las reuniones de primavera boreal va más allá, con una previsión de crecimiento de 0,7% para 2023.
“Rusia ha sido capaz de mantener el impulso (de 2022) al aplicar medidas fiscales muy fuertes el año pasado que esperamos que continúen este año”, explicó el economista jefe del FMI, Pierre-Olivier Gourinchas.
Lea más: “Fuga” de documentos clasificados: qué está haciendo EE.UU. y por qué crece la preocupación
El país aumentó el gasto público, finalizando 2022 con un déficit de 2,2% del PIB, a pesar de los importantes ingresos vinculados a las ventas de hidrocarburos, en un contexto de subida generalizada de los precios de la energía.
“Creo que Rusia usó el espacio presupuestario que tenía para apoyar su economía. Pero una gran parte de su gasto presupuestario es en realidad gasto militar”, detalló Petya Koeva Brooks, subdirectora del departamento de investigación del FMI.
El FMI prevé que el déficit aumente en 2023, hasta 6,2% del PIB.
Esto es “muy importante para los estándares rusos”, subraya un portavoz del Fondo.
A largo plazo, el impacto de la guerra es obvio, aseguró Gourinchas: “Para 2027, esperamos que la economía rusa sea un 7% más reducida de lo que debería haber sido sin la guerra. El efecto acumulativo entre 2022 y 2024 es, por lo tanto, bastante fuerte”.