El conjunto de indicadores demográficos del Istat publicados hoy desvelan el claro balance negativo entre los nacimientos y las defunciones en el país: por cada 1.000 italianos vienen al mundo menos de 7 niños, mientras que mueren más de 12.
La tendencia a la baja en la natalidad se mantiene constante desde 2008, el último año en el que se produjo un aumento de los neonatos, y ha supuesto un descenso de 184.000 nacimientos desde entonces, 27.000 de los cuales a partir del 2019.
Entre los principales motivos del descenso de la natalidad se encuentra el progresivo envejecimiento generalizado de los habitantes país, que también afecta a la población femenina, reduciendo el número de mujeres en "edad reproductiva" (entre los 15 y los 49 años), explicó el Istat.
El envejecimiento de la población es tal que en las últimas décadas se ha triplicado, por ejemplo, el número de personas centenarias, que se eleva ya hasta las 22.000.
Tras el fuerte impacto de la pandemia en la esperanza de vida, en 2022 este indicador subió hasta los 82,6 años gracias al incremento en dos meses de la esperanza de vida masculina, que se sitúa en los 80,5 años, frente a los estables 84,8 de la femenina.
Pese a un saldo migratorio positivo, por el que llegan a Italia 229.000 migrantes más de los que se van, la población del país bajó en 2022 en 179.000 personas y cerró el año en los 58.851 millones de habitantes.