La nueva vida en Vietnam de los rusos que huyen de la guerra

Eric San Juan Ho Chi Minh (Vietnam), 31 mar (EFE).- El miedo a ser llamados a filas para combatir en la guerra de Ucrania ha forzado a miles de rusos a abandonar su país junto a sus familias, con Vietnam como uno de sus destinos favoritos por su clima benigno y las facilidades que muchos tienen para obtener trabajo y visados.

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Valentin, un joven ruso de 24 años, emigró a Ho Chi Minh (antigua Saigón) junto a su esposa Katherina el pasado octubre de forma apresurada para evitar la llamada a filas que el gobierno ruso había anunciado semanas antes y planea instalarse en el país a largo plazo.

Su juventud y falta de cargas familiares hacen más fácil el traslado, pero no es el caso de otros rusos que EFE ha contactado y que prefieren no dar su testimonio ni siquiera de forma anónima por miedo a represalias.

Entre ellos figuran familias jóvenes con niños pequeños que llevan meses sin escolarizar y que apenas atinan a pronunciar unas palabras de inglés para el día a día, o padres de familia que cambian puestos de ingeniero en su país por trabajos precarios de profesor de inglés en guarderías y envían dinero a sus esposas, que todavía no han emigrado con los hijos.

La enseñanza de inglés en jardines de infancia parece uno de los puestos preferentes, y es el que ha conseguido Valentin a través de una agencia, que por unas horas al día "haciendo de animador" le ofrece un salario de unos 1.500 dólares mensuales.

"En el centro donde trabajo hay otros cuatro rusos en una situación similar a la mía. Es divertido, parece que hay una competición entre los rusos para ser profesor de inglés en guarderías", dice, consciente de que su piel blanca y su cabello claro le ayudan a conseguir el puesto por los prejuicios de muchas familias vietnamitas.

LA ANGUSTIA DEL VIAJE

Relajado junto a su esposa en un restaurante en las afueras de la ciudad, Valentin cuenta ahora con una sonrisa la odisea que vivieron para salir de Crimea (que él considera parte de Rusia), donde había vivido desde su infancia y donde siguen viviendo sus padres y buena parte de sus familiares.

"Con la movilización el precio de los billetes se dobló. Paramos en Bakú, Dubái, Malasia y Filipinas hasta llegar a Vietnam. Antes de salir había rumores de que el Gobierno tenía una lista de ciudadanos que no podían salir del país, pero no creo que sea verdad. En la frontera vimos cómo muchos eran llevados por la Policía para ser interrogados", recuerda.

El joven, que ha cumplido con el servicio militar, también tuvo que responder a preguntas de las autoridades, pero salió airoso y pudo abandonar el país. "No les mentí porque si no me pongo nervioso. Les dije que queríamos visitar Vietnam y fue bien", rememora.

"Estaba muy nerviosa antes de cruzar la frontera. No pude comer en cinco días y estaba temblando", apunta Katherina, de 25 años.

RELACIÓN HISTÓRICA CON VIETNAM

Uno de los motivos que esta pareja y otros rusos esgrimen para elegir Vietnam son las facilidades burocráticas para instalarse, ya que pueden renovar su visado todos los meses de forma gratuita, a diferencia de la mayoría de extranjeros residentes en Vietnam.

Desde los tiempos de la Unión Soviética, principal potencia aliada de Vietnam durante la guerra fría, el país asiático es uno de los destinos favoritos de los turistas rusos, que huyen del inclemente invierno ruso en destinos playeros como Danang, Nhatrang, Mui Ne o Phu Quoc.

Estos sitios también se han convertido en los lugares de residencia de algunos de los que huyen de la llamada a filas, si bien otros muchos van a la vecina Tailandia o a la isla indonesia de Bali, según han contado a EFE varios ciudadanos rusos residentes en Vietnam.

Aunque según la Administración Vietnamita de Turismo en 2022 sólo 40.000 rusos entraron en Vietnam (frente a los 650.000 que lo hicieron en 2019, antes de la pandemia), una parte de ellos, como Valentin y Katherina, han llegado sin billete de vuelta.

"En el último año hay cuatro destinos a los que nos trasladamos los rusos: Tailandia, Dubái, Bali y Vietnam", dice Valentin, quien asegura no mantener excesivo contacto con la comunidad rusa para evitar agrios debates sobre el tema de la guerra.

"Todos queremos que no haya guerra, pero de diferente manera. Cuando estamos juntos no hablamos del tema o dejo que cada uno exponga su opinión", dice Valentin, que prefiere que su Crimea natal se mantenga rusa en parte para evitar posibles cambios negativos en la vida de sus padres.

Es consciente de que no los verá en un largo tiempo, al menos mientras dure la guerra, pero prefiere centrarse en su nueva vida, en su incipiente carrera como profesor y en el proyecto de su esposa de montar una academia de danza.

"Queremos quedarnos, empezar aquí una nueva vida", dice.

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