Dos de cada tres franceses, según los sondeos, se opone además a esta reforma que retrasa gradualmente la edad de jubilación de 62 a 64 años para 2030 y adelanta a 2027 la exigencia de cotizar 43 años (y no 42) para cobrar una pensión completa.
“La movilización sigue siendo igual de importante” con “muchos jóvenes” en las marchas, aseguró desde Clermont-Ferrand (centro) el líder del sindicato CGT, Philippe Martinez, para quien esto es “la prueba de que el movimiento no se agota”.
Desde el 19 de enero, los sindicatos organizaron diez jornadas de protestas masivas contra este impopular proyecto, que aumentaron en intensidad a mediados de marzo cuando Macron lo adoptó por decreto para evitar perder el voto en el Parlamento.
Las últimas movilizaciones estuvieron marcadas por disturbios y choques entre manifestantes radicales y fuerzas de seguridad en las grandes ciudades. El jueves pasado, hubo 457 detenidos y 441 policías y gendarmes heridos, según las autoridades.
Lea más: Francia despliega un dispositivo "inédito" ante las protestas de mañana
En este contexto de creciente tensión, el gobierno y los sindicatos buscan cómo calmar los ánimos, pero firmes en sus posiciones: las organizaciones sindicales quieren la retirada o la suspensión de la reforma, y Macron dice no.
El presidente liberal se halla bajo presión. Una mayoría de franceses lo considera responsable de la situación actual por no querer escuchar el malestar sobre una reforma que el gobierno considera crucial para evitar un déficit en la caja de las pensiones.