"Miro a los que ya han recibido sus prótesis y estoy impaciente por ser capaz de caminar de nuevo de una vez sin muletas", dice a EFE Ivan, un soldado originario de Zhytomyr (centro) que perdió la pierda derecha en una explosión en el frente de Lugansk (este) hace aproximadamente tres meses.
Iván recibirá pronto su primera prótesis gracias a un nuevo taller que ha sido abierto en el centro de rehabilitación "Inquebrantables", situado en el hospital de urgencias de la ciudad de Leópolis (oeste de Ucrania).
La inauguración coincidió con una alarma antiaérea a escala nacional para alertar de la amenaza de ataques con misiles rusos, pero el acto pudo continuar tal y como estaba previsto al transcurrir en los sótanos del hospital.
"El taller nos permitirá instalar hasta un centenar de miembros protésicos adicionales cada mes", afirmó Iryna Zazlavets, la directora de "Inquebrantables". Esta cifra iguala el número total de prótesis instaladas en el centro desde septiembre del año pasado.
Los organizadores subrayaron la importancia de que quienes han sufrido lesiones irreparables puedan recibir asistencia sin abandonar Ucrania, permaneciendo cerca de sus familias y sin tener que enfrentarse a la barrera del idioma.
"Es importante que los soldados sepan que su Estado se preocupa por ellos", destacó Zazlavets.
Antes de la invasión rusa, Ucrania contaba con especialistas reconocidos en este ámbito, pero el país no estaba preparado para el brusco aumento de la demanda, después de que miles de soldados y civiles perdieran miembros en combate, a consecuencia de minas y de ataques con misiles, drones o artillería.
Vitaliy, un soldado voluntario de 23 años procedente de Ivano-Frankivsk (oeste), que perdió una pierna en el frente en octubre y está a la espera de una prótesis, dice a EFE que el coste del tratamiento está completamente cubierto.
El Estado y las autoridades locales carecen de los recursos para financiar las prótesis más caras, que cuestan docenas de miles de euros, pero ahí entran en juego donativos individuales y de empresas y organizaciones benéficas.
A pesar de que algunos componentes llegan de Alemania, cada prótesis debe ser elaborada a medida y hay elementos adicionales que se fabrican a escala local.
A veces hace falta un largo proceso para preparar el muñón del paciente y por norma general se instala en un primer momento una prótesis inicial, reemplazada más tarde por una biónica, más sofisticada.
Algunos de los soldados en proceso de rehabilitación se disponen a recibir entrenamiento para participar en la fabricación de prótesis o prestar asistencia de otra forma. Nazar Bagniuk, el director del programa de prótesis del centro, explica que será un proceso largo pero que es necesario para poder suplir la demanda.
Mykyta Baburkin, de Vinnytsia (centro), demuestra el funcionamiento de su brazo protésico biónico, que le permite sujetar herramientas y flexionar el codo gracias a los impulsos nerviosos registrados por el dispositivo.
Pronto brindará apoyo psicológico de emergencia a soldados que también hayan perdido un miembro en la guerra.
Baburkin ríe mientras estrecha la mano protésica de Dmytro, un adolescente de 13 años de un pueblo en las cercanías de Odesa (sur) que perdió el brazo cuando ayudaba a su madre con una pieza de maquinaria agrícola, después de que su padre se hubiera unido al Ejército.
Dmytro obtuvo su prótesis hace poco y habituarse a ella le va a llevar tiempo, pero ya consigue sujetar un pincel con los dedos artificiales y realizar trazos sobre un lienzo.
Las prótesis no reemplazarán nunca las piernas o los brazos amputados y sus dueños deberán mantener una rutina especial de mantenimiento durante el resto de sus vidas. Sin embargo, ayudarán a restablecer numerosas funciones del miembro perdido y minimizar así el coste de la invasión rusa para sus víctimas.