Un 60 % de los países de renta baja están en riesgo alto de impago de crédito o en situación de sobreendeudamiento, que se da cuando un estado inicia o está a punto de comenzar la reestructuración de su deuda o cuando acumula retrasos en los pagos.
Chad, Etiopía, Somalia y Zambia ya han solicitado apoyo para afrontar su deuda y otra veintena de países están incurriendo en “incumplimientos significativos”, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Lea más: Pobreza, desigualdad, dinámica económica y desafíos fiscales
En los últimos tiempos los índices de deuda de los países pobres han aumentado, revirtiendo parte de la reducción lograda a principios de la década de 2000, y se han visto perjudicados por la pandemia, las disrupciones de las cadenas de suministro, la guerra en Ucrania y, más recientemente, la subida de los tipos de interés.
Son muchos los países en desarrollo que dependen de las importaciones de alimentos y las pagan con deuda y con unas monedas locales que el año pasado se llegaron a depreciar entre un 50 y un 100 % como ocurrió, por ejemplo, en Ghana o Egipto, explica a Efeagro el presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), Álvaro Lario.
“Debido a la pandemia y luego a la crisis de la guerra en Ucrania, este tema se ha estado poniendo a un lado, pero lleva varios años y creo que probablemente será una de las posibles futuras crisis”, vaticina.
Importaciones más caras
La Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha estimado que el coste de las importaciones globales de alimentos se incrementó a un máximo histórico de casi 2 billones de dólares (alrededor de 1,8 billones de euros) en 2022, un 10 % más que el récord de 2021.
El año pasado, los precios de los alimentos aumentaron en todo el mundo tras la invasión de Rusia a Ucrania, dos países que producen alrededor del 30 % de las exportaciones de trigo y otras materias primas.
Esa subida se ralentizó, pero se espera que los precios sigan altos y se mantenga la depreciación de las monedas locales, impactando así en las importaciones, cuyo valor permanecerá sin cambios en los países de bajos ingresos aunque su volumen caiga un 10 %.
Además, la FAO calcula en unos 424.000 millones de dólares (cerca de 400.000 millones de euros) el gasto global de las importaciones de insumos agrícolas en 2022, más del doble respecto a 2020, debido al encarecimiento de la energía y los fertilizantes.
El principal motivo de la mayor factura de las importaciones en los países pobres está en su incapacidad de producir suficientes alimentos para sus poblaciones, una situación agravada por las malas cosechas y una sucesión de sequías y fenómenos meteorológicos adversos en el último año, así como por los conflictos y la crisis económica.
Importaciones, más hambre y pobreza
Un reciente informe de la FAO y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) considera probable que la inseguridad alimentaria se deteriore aún más en 19 países o lugares considerados “puntos críticos de hambre”.
Hasta 222 millones de personas sufren grave riesgo de desnutrición y requieren asistencia urgente en 53 países, el número más alto nunca antes registrado, según la ONU, que ve riesgo de hambruna en Afganistán, Etiopía, Nigeria, Sudan del Sur, Somalia y Yemen.
Mientras las necesidades de ayuda humanitaria se multiplican, el presidente del FIDA alerta de que invertir solo en ese ámbito hará que las siguientes crisis cuesten todavía más dinero.
“En algún momento habrá que empezar a invertir también a medio plazo en el desarrollo y la cooperación, intentando crear oportunidades locales” para sacar de la pobreza y el hambre a los 828 millones de personas que lo sufren en el mundo, asegura Lario.
Inflación, deuda y depreciación
Con los actuales niveles de inflación, deuda y depreciación, el responsable de esa agencia de la ONU advierte de que numerosos gobiernos tienen menos espacio fiscal para maniobrar, especialmente en los países de menos recursos, con monedas más inestables y tipos de interés más elevados.
Aquellos en alto riesgo de impago no pueden ni siquiera acceder a préstamos concesionales y el apoyo financiero solo se puede canalizar a través de ayudas, con un alcance mucho más limitado.
Actualmente existen varios procesos abiertos para la negociación de la deuda antes de una posible condonación que, sin embargo, “no están siendo muy exitosos” por la complejidad del asunto, según Lario.
El FMI aprobó a finales del año pasado un nuevo mecanismo temporal para financiar con fondos de emergencia a los países que tienen “necesidades urgentes” en su balanza de pagos debido a la inseguridad alimentaria aguda, al fuerte aumento de su factura de importación de alimentos o a la crisis en sus exportaciones de cereales.