"La Búsqueda de los Sueños" es el tema que recorre estos nuevos espacios para ofrecer al visitante una experiencia inmersiva que combina las nuevas tecnologías con la exhibición de artefactos auténticos, hasta completar el emocionante relato del malogrado Titanic, desde su construcción en los astilleros de Harland and Wolff hasta su hundimiento y posterior legado.
Es la historia de la pujante Belfast de principios del siglo XX, de los hombres, mujeres y niños que lo construyeron y de las más de 1.500 almas que murieron cuando se fue a pique en las frías aguas del Atlántico Norte tras chocar contra un iceberg en su travesía inaugural hacia Nueva York, en la madrugada del 15 de abril de 1912.
"No soy demasiado sentimental, pero he tenido la sensación real de que Roderick, mi bisabuelo, estaba conmigo. Lo notaba de verdad. Realmente creo que si estuviera aquí se sentiría muy orgulloso, orgulloso de su trabajo, de las habilidades y de lo avanzada que estaba su generación tecnológicamente. Simplemente increíble", cuenta a EFE Deirdre McIntyre.
La mujer muestra una fotografía de su antepasado Roderick Chism, fallecido en el Titanic, en su puesto de delineante jefe de Harland and Wolff, como símbolo de la "gente que trabajó y vivió aquí, que tenía sueños, aspiraciones y visiones".
"Siempre ha habido un corazón aquí en Titanic Belfast, pero ahora -celebra- está palpitando. Es una experiencia maravillosa".
Esta "búsqueda de los sueños" que navega por las nuevas galerías comienza su travesía en el espacio "Nunca Más", donde grandes fichas de dominó relatan la cadena de eventos que provocaron el hundimiento del lujoso barco, del llamado "indestructible".
En una pequeña caja de cristal se pueden ver las oxidadas llaves de prismáticos que deberían haber estado en la cofa de vigía, si bien estas se quedaron en tierra y, al parecer, dificultaron el avistamiento de los icebergs, según apuntaron después las investigaciones.
LA BÚSQUEDA DEL TITANIC
A la tragedia le siguió a un largo periodo de vacío, sin rastro del Titanic, que concluyó con las épicas expediciones de Bob Ballard cuando descubrió en 1985 el lugar exacto del hundimiento, representado en la segunda galería, "La Búsqueda de Ballard".
La realidad da paso después a un viaje emocional y subjetivo en el que el visitante se adentra en "El Barco de los Sueños" para explorar las vidas de aquellos que construyeron el transatlántico, de su tripulación y de los pasajeros con destino al Nuevo Mundo.
Esta experiencia sensorial gira en torno a una réplica a gran escala del Titanic que rota suspendida del techo, y a la que acompañan proyecciones oníricas y una banda sonora compuesta para esta nueva atracción por el neerlandés Stijn Hosman y la norirlandesa Maebh Martin.
Bajo el barco, Sean Madden, responsable de artefactos, ha organizado una exhibición de históricas piezas entre las que destacan los solo seis chalecos salvavidas recuperados, joyas, ropas, cartas, una tumbona o el famoso violín de Wallace Hartley, ejemplo del espíritu y coraje de los músicos del Titanic que con sus partituras aportaron esperanza hasta el final.
"La historia del violín de Hartley es muy poderosa. Es maravilloso verlo en la galería ahora por más tiempo, junto a las cartas que lo acompañan. Da, de alguna manera, más historia sobre la persona y sus relaciones", explica a EFE el experto.
JACK, ROSE Y EL LEGADO DEL TITANIC
No obstante, su recuerdo favorito es la tumbona de cubierta porque "es un símbolo de lo último que se dio a los pasajeros" antes del hundimiento, de "la última gota de esperanza".
"Esta es una galería grandiosa, con la música y toda la experiencia completa. Realmente lo eleva aún más. Es un ataque a los sentidos", agrega Madden.
La travesía llega a puerto con "El Legado Duradero", en un espacio que ofrece una visión más alegre y optimista sobre una de la mayores tragedias marítimas de la historia, un relato que, al mismo tiempo, sigue cautivando a millones de personas.
Esta galería aborda la herencia del Titanic a través del cine, la literatura, el teatro o la mercadotecnia, de todo un universo comercial que también es parte del imaginario colectivo, ya sea con unos calcetines marineros, una taza de té de la tercera clase o con el cartel de Jack/DiCaprio y Rose/Winslet en la legendaria película.