Casi dos semanas después de sacar a la calle a más de un millón de personas, según las autoridades —el doble, para los sindicatos—, los opositores esperan muchos más manifestantes en Francia, donde el rechazo a la actual reforma jubilatoria progresa en la opinión pública.
El retraso de la jubilación a 64 años y el adelanto a 2027 de la exigencia de cotizar 43 años —y no 42 como ahora— para cobrar una pensión completa cristaliza la oposición de la opinión pública, que progresa pese al esfuerzo del gobierno para convencer.
Macron, de 45 años, defendió de nuevo la reforma al considerarla “indispensable”, máxime cuando la edad de jubilación en Francia es una de las más bajas de Europa, para “salvar” un sistema que, según el gobierno, afrontaría un déficit en el futuro.