Sandwich Bakunin y cruasán francés: una panadería anarcocomunista en París

Nerea GonzálezMontreuil (Francia), 13 ene (EFE).- "La conquista del pan", un texto fundamental del padre del anarcocomunismo, Piotr Kropotkin, se ha hecho literal en una panadería autogestionada de las afueras de París, que fabrica hogazas y cruasanes con filosofía anticapitalista y los principios clásicos de la artesanía francesa.

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"Nosotros somos los dueños de nuestro trabajo, no hay intermediarios o patrones que se aprovechen", explica a EFE el mexicano Ricardo Alvarado, uno de los seis trabajadores que operan actualmente La Conquête du Pain, en una esquina de la localidad de Montreuil, a algo más de media hora en transporte público del centro de París.

Mientras hace cruasanes sin parar, Alvarado resume su historia y la de este peculiar negocio. Él llegó de Toluca en 2016, con pareja francesa y la idea de descubrir la panadería gala, una de las mejores del mundo y "la mejor", sin duda, si se le pregunta a los habitantes del "Hexágono".

Como este mexicano ya había participado en experiencias de autogestión, la panadería de Montreuil, con una A anarquista por pomo de puerta y bocadillos en honor a Angela Davis, Mijaíl Bakunin y Karl Marx, fue un lugar perfecto de aterrizaje.

Por entonces aún estaban a bordo los dos fundadores de este proyecto -los franceses Thomas Anestoy y Pierre Pawin-, que arrancó en 2010 inspirado en la filosofía de Kropotkin: frente a un sistema que promueve el privilegio de una minoría, los trabajadores pueden autogestionarse y conquistar lo más vital para tener autonomía, el pan.

"Lo importante es mostrar que el modelo funciona, que se puede trabajar sin jefe y que se puede vender el pan a precios accesibles para todo el mundo (...), Thomas estaba realmente más centrado en la política, mostrar que podemos ser una panadería anarquista, y Pierre era más el panadero, muy buen panadero, y además era anarquista", cuenta, por su parte, Bertrand Boulmé, otro de los trabajadores.

UN PRECIO NORMAL Y OTRO "DE CRISIS" PARA LOS MENOS PRIVILEGIADOS

Anestoy y Pawin ya no trabajan en La Conquête du Pain, pero otros equipos se han ido encargando de dar continuidad a la cooperativa, incluso en los actuales tiempos de inflación desbocada.

"Para nosotros lo importante no es hacer dinero, no es volvernos ricos. El objetivo es pagar el alquiler, pagar a los proveedores y pagarnos a nosotros. No hay un objetivo capitalista, solo de rentabilidad", señala Boulmé, que se unió a este proyecto el pasado verano.

La zona donde se encuentra La Conquête du Pain se ha ido gentrificando, reconocen los propios panaderos, pero Montreuil es una zona tradicional de población trabajadora y migrante.

De acuerdo a sus principios solidarios, esta panadería no solo colabora con asociaciones y colectivos de la zona, sino que ofrece una lista de precios "normales" y otra "de crisis", para los mismos productos, ajustándose a quienes tienen menos medios.

Incluso el producto estrella de la panadería francesa, la baguette artesanal -recientemente ascendida a la categoría de patrimonio de la humanidad de la Unesco- tiene un precio adaptado de 0,75 euros, frente al euro exacto que se cobra al resto de clientes.

En otros comercios, este tipo de barras sobrepasan los 1,20 euros, e incluso se venden a 1,60 euros en los sitios más caros de París. Pero a pesar del encarecimiento de las materias primas y de la energía, La Conquête du Pain ha decidido mantener la baguette a un euro.

"De electricidad pagábamos un recibo de 700-800 euros y la factura de noviembre fue de 1.600 euros", cuenta Alvarado sobre un problema que ha golpeado a todo tipo de empresas, pero que en Francia, esta Navidad, estuvo abanderado sobre todo por los reclamos de los panaderos al Gobierno de Emmanuel Macron.

No en vano el presidente francés, el pasado día 6, se apresuró a anunciar medidas para las pequeñas empresas, para evitar, entre otras cosas, una mayor subida del precio del pan.

Mantener este "negocio anarquista" a flote en 2023 es "duro", reconocen los propios panaderos, pero es para ellos una opción preferible a rendir cuentas a un jefe.

"Nosotros mismos tenemos que tener ese patrón en la cabeza de algún modo. Tenemos que ser productivos, tenemos que ser eficaces, hay que ser rentables para la cooperativa", asevera Alvarado, sin dejar de cortar masa en triángulos para hacer cruasanes.

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