El texto recuerda que pese a la inseguridad alimentaria y deficiencias sanitarias que sufre la población, el régimen siguió centrado en desarrollar su programa nuclear y de misiles, realizando un número récord de pruebas de armas el año pasado.
También hace hincapié en que garantiza su poder a través de "encarcelamientos arbitrarios, torturas, castigos colectivos, desapariciones forzosas, ejecuciones y trabajos forzados" y que mantiene una red de campos de prisioneros políticos (los llamados "kwanliso").
A eso hay que sumar que las endurecidas restricciones impuestas por la pandemia "han agravado los efectos de décadas de violaciones de los derechos a la libertad de circulación, a la salud, a la alimentación y al acceso a un nivel de vida adecuado", añade.
Lea más: Espionaje surcoreano cree que el excanciller norcoreano ha sido purgado
A lo largo del año pasado el régimen de Pionyang, que en 2020 prohibió entrar y salir del país y promulgó una ley para disparar a todo el que se acerque a las zonas fronterizas del país con la excusa de impedir la entrada del coronavirus, siguió dificultando cada vez más el traspasar las fronteras con China y Rusia.
Esto último lo hizo reforzando o construyendo aún más verjas, puestos de guardia o rutas de vigilancia fronteriza, mientras que el comercio con el exterior, tanto el oficial como el contrabando cuentapropista del que dependen muchas familias en las regiones fronterizas con China, sigue en mínimos.
El informe también recuerda que el hallazgo de los primeros positivos de casos en mayo supuso aún más restricciones al movimiento dentro del país y endureció los confinamientos antes de que el régimen proclamara que había "vencido al virus" en agosto.
Lea más: Seúl medita anular acuerdo de 2018 con Pionyang tras infiltración de drones
El régimen también ha incrementado el control sobre la distribución de comida y productos básicos, situación que han empeorado la sequía de mayo y las inundaciones provocadas por el monzón.
"El Gobierno norcoreano está haciendo que la vida de los norcoreanos sea aún peor al sellar sus fronteras, restringir las importaciones y limitar la distribución de comida", explica Lina Yoon, investigadora para la península coreana de HRW.
El texto señala también que el régimen, posiblemente preocupado por el aumento del malestar de la gente durante los confinamientos, reforzó sus campañas ideológicas y endureció el acceso a información no oficial o no autorizada, y recuerda que medios de comunicación con contactos dentro del país han reportado cada vez más control sobre teléfonos u ordenadores, sobre todo en zonas fronterizas.