"Eneas simboliza el flujo de la cultura desde la orilla oriental del Mediterráneo hasta Italia y Roma, que posteriormente la difundió en el resto del continente", celebró hoy en una rueda de prensa la directora del área arqueológica del Coliseo, Alfonsina Russo.
La exposición "El viaje de Eneas: de Troya a Roma" estará abierta hasta el 10 de abril en un lugar excepcional de los Foros, el templo del Rómulo, probablemente erigido en el siglo III sobre la Vía Sacra por el emperador Majencio para divinizar a su hijo, muerto de niño.
El objetivo es permitir a los visitantes de esta imponente área arqueológica adentrarse en la figura de este héroe troyano clave en la mitología romana, sobre el que se asienta el origen mismo de su civilización.
En el templo se han colocado 24 esculturas, jarrones y otros objetos llegados de varios museos e instituciones italianas y que muestran escenas de la guerra de Troya, del cruel triunfo del heleno Aquiles, de la destrucción de la ciudad y de la fuga de Eneas.
UN ORIGEN DIVINO
Legajos de la mitología sostienen que Eneas era hijo de Anquises y de Afrodita, la diosa del amor y de la belleza, natural de Troya, aquella ciudad en Asia Menor, la actual península de la Anatolia, arrasada por la furia griega hacia el siglo VIII a.C.
Todo comenzó con un concurso divino. El príncipe troyano Paris, hijo del rey, tuvo que elegir qué diosa era la más hermosa: Hera, de ser elegida, le ofrecía el dominio de Asia; Atenea, la sabiduría, y Afrodita le prometía la mujer más hermosa del mundo.
La predilección por Paris por esta última -y cruel- divinidad le entregaron el amor de Helena, bella pero peligrosamente casada con el rey de la griega Esparta, Menelao. Pero, ya se sabe, en el amor no se elige y ambos acabaron fugándose y refugiándose al otro lado del Egeo, en Troya.
La escapada del príncipe troyano con la hermosa Helena desencadenó la furia de la liga griega, que cruzó el mar para destruir la urbe hasta sus cimientos, tal y como Homero dejó escrito en la "Ilíada".
UN VIAJE MEDITERRÁNEO
La caída de esta próspera ciudad provocó el éxodo de sus pocos supervivientes, como el caso de Eneas, inmortalizado como ejemplo de "piedad" al escapar cargando en sus espaldas con su padre anciano y invidente, Anquises, y con su pequeño hijo Ascanio de la mano.
Así, el héroe y otros pocos emprendieron la fuga en busca de una nueva patria por mar, buscando vientos propicios en las costas griegas, consultando los oráculos de sus islas y alcanzando el sur de la península itálica para acabar en el Lacio, la actual Roma.
Tras conquistar estas tierras acabaría dando origen a la dinastía de la que, después, nacerían Rómulo y Remo, los legendarios fundadores de Roma en el año 753 a.C.
EL NACIMIENTO DE UNA CIVILIZACIÓN
La importancia de Eneas en el imaginario romano era tal que su primer emperador, Augusto, en una de sus campañas propagandísticas, encargó al poeta del momento, Virgilio, que recogiera en una especie de himno las gestas del héroe. Así nació la "Eneida" en el siglo I.
De hecho las familias más poderosas escudriñaban su genealogía en busca de un parentesco con este personaje, como la "gens" Julia, la de César y el propio Augusto, que se decían descendientes de Eneas y, por ende, de origen divino (por ser este hijo de Afrodita).
Y es que el héroe representaba los valores ideales de la tradición romana: la lealtad, el sentido de pertenencia a una comunidad y sobre todo el respeto por la familia, representado en la figura de su desvalido padre sobre sus hombres, salvado del fuego griego.
El viaje de este padre de la civilización romana a lo largo del "Mare Nostrum" cruza cinco países europeos y desde 2018 forma parte de uno de los 48 itinerarios culturales del Consejo de Europa, que invitan a descubrir el inmenso patrimonio cultural de esta región.
Y desde ahora, la ruta legendaria de Eneas, peligrosa y velada por los dioses, terminará en los Foros Romanos, el corazón mismo de la ciudad "caput mundi" que inspiró.