Los intereses de Ankara en el Kurdistán: combatir fuera al enemigo en casa

Ilya U. TopperEstambul, 25 nov (EFE).- Turquía tiene un largo historial de conflicto con la etnia kurda, a la que pertenecería cerca de la quinta parte de la población según algunas estimaciones (no hay cifras oficiales) y que vive sobre todo en las provincias del sureste, colindantes con Siria e Irak.

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Las zonas fronterizas de estos dos países, habitadas por kurdos, concentran hoy el interés geopolítico de Ankara, que las ataca en su intento de combatir allí a organizaciones y milicias kurdas para establecer un "cinturón de seguridad".

Pero si bien hasta el siglo XXI el concepto nacionalista de Turquía llevaba a negar la existencia de una etnia kurda y un idioma kurdo, hoy el conflicto es en realidad más político que étnico.

La persecución de las expresiones culturales kurdas en Turquía se intensificó en la década de 1980 con la creación del Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK), un movimiento de inspiración marxista que proclamó la lucha armada para independizar el sureste de Anatolia como Estado nacional kurdo.

SOLIDARIDAD TRANSFRONTERIZA

El conflicto se cobró 40.000 víctimas en tres décadas de enfrentamientos, pero desde la última tregua de 2013-2015, en la que el PKK renunció oficialmente a la independencia, la actividad armada en Turquía ha disminuido hasta ser hoy residual.

A la vez, el movimiento político kurdo se ha convertido en el vertebrador de la izquierda de Turquía, y el Partido Democrático de los Pueblos (HDP), heredero de formaciones que eran el brazo político del PKK, es ahora la tercera formación del Parlamento.

Opuesto a la lucha armada y al independentismo, el HDP nunca ha roto del todo sus lazos con el PKK porque parte de sus votantes siguen viendo en la guerrilla un histórico y heroico portavoz de sus derechos como pueblo.

Por eso mismo, las bases del HDP se solidarizan con las Unidades de Protección Popular (YPG), las milicias kurdas que surgieron en la guerra civil de Siria, tan cercanas al PKK que incluso ondean retratos de su fundador, Abdullah Öcalan.

Sin embargo, frente a este movimiento izquierdista también está la parte conservadora de población kurda de Anatolia, que vota al gobernante Partido Justicia y Desarrollo (AKP) del actual presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y ha alimentado movimientos islamistas radicales.

ERBIL, KURDA Y CONSERVADORA

Tampoco es izquierdista el Gobierno del Kurdistán autónomo de Irak, dominado por el clan Barzani. Su relación con las YPG sirias y con el PKK, cuya retaguardia se halla en territorio iraquí, es tensa, mientras mantiene un trato excelente con Ankara.

Relativamente aislado de Bagdad, el Kurdistán iraquí es económicamente tan dependiente del comercio con Turquía que se puede considerar casi un miniestado satélite.

Los intentos de Ankara de negociar en 2013 un pacto con las YPG que podría haber desembocado en un modelo similar para el norte de Siria, fracasaron porque el HDP, abanderado de la izquierda kurda de Turquía, se negaba a respaldar el ideario conservador, islamista y autoritario de Erdogan.

Las YPG de Siria se convirtieron así en un enemigo para Ankara, al considerarlas la prolongación del bloque político que amenaza la permanencia de Erdogan en el poder.

El Gobierno turco apostó por aliarse con las milicias islamistas alzadas contra el régimen de Bachar al Asad en Siria y lanzó dos operaciones, en 2018 y en 2019, para expulsar a las YPG de los territorios fronterizos y hacerse con el control de una franja de 30 kilómetros de ancho a lo largo de toda la frontera.

Teóricamente se trata de evitar ataques de las milicias kurdas, aunque éstos solo se han producido durante las operaciones militares turcas, ya que a las YPG las beneficia una frontera tranquila con comercio local.

EL ENEMIGO NECESARIO

Para Erdogan, sin embargo, el conflicto armado con las YPG es útil para combatir a la izquierda de Turquía, sea kurda o turca, en el entorno del HDP, partido al que tilda de "terrorista".

Frente a la maquinaria de guerra turca, las YPG buscaron en 2019 la alianza con Asad, lo que ha frenado las aspiraciones de Ankara, ya que enfrentarse con las tropas de Damasco significa chocar también con las unidades rusas que las respaldan.

Más fácil es la situación para Turquía en Irak, donde gran parte del PKK se ha retirado tras haber cesado casi toda actividad en Turquía.

Desde 2019, tropas turcas combaten contra el PKK en una franja norteña de Irak, con el visto bueno tácito de Erbil.

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