En una declaración conjunta realizada en el marco de la cumbre del clima de Egipto, COP27, han asegurado estar muy preocupados por el hecho de que los países desarrollados no muestren aún liderazgo ni respondan al desafío climático con un esfuerzo progresivo, sino más bien lo contrario.
Así, denuncian, se ha producido un retroceso en sus compromisos y promesas de financiación y mitigación (reducción de emisiones) y que ha habido un aumento significativo de su consumo y la producción de combustibles fósiles durante el último año mientras siguen presionando a los países en desarrollo para que abandonen estos recursos.
“Este tipo de dobles estándares son incompatibles con la equidad y la justicia climática”, aseveran en la declaración ministerial conjunta, en la que ofrecen su apoyo a la presidencia egipcia de la COP27 para que la cumbre sea un éxito y obtenga resultados ambiciosos, equitativos y equilibrados.
Además, trabajarán para que el acuerdo final incluya avances sustanciales para el establecimiento de un mecanismo de financiación para compensar a los países pobres por las pérdidas y daños causados en su territorio por el cambio climático.
Asimismo, esperan que se pueda alcanzar un nuevo objetivo de financiación climática (actualmente el objetivo es que el Fondo Verde del Clima se dote con 100.000 millones de dólares al año, a más tardar en 2023) y que se acuerde un nuevo objetivo global en adaptación y se finalice el Programa de Trabajo sobre Mitigación en línea con el Acuerdo de París.
Lea más: La COP27 recibe a Lula, ansiosa por cambio de política ambiental en Brasil
Equidad y justicia
Por encima de todo, la COP27 debería promover la equidad y la justicia, reconociendo la igualdad fundamental de todas las personas y su derecho inalienable a perseguir el crecimiento económico y el desarrollo sostenible, añade la declaración.
En el documento, defienden que pese a la recesión económica y sus esfuerzos para erradicar la pobreza, los países BASIC continúan liderando las acciones contra el cambio climático
En este contexto, han subrayado la urgente necesidad de transformar y modernizar la arquitectura financiera mundial que incluya la reforma de los bancos de desarrollo para que se adapten a su deber de apoyar el desarrollo sostenible y las transiciones energéticas justas y equitativas.
En su opinión, la clave está en eliminar la aversión al riesgo en la inversión en los países en desarrollo, dar prioridad a las subvenciones y reducir drásticamente el coste y la condicionalidad de los préstamos, "que ponen el apoyo multilateral fuera del alcance de la mayoría de la población".
Respecto a los mercados de carbono, han pedido a los sectores público y privado que promuevan que parte de los ingresos que generen se destinan al Fondo de Adaptación.
Además, advierten de que medidas unilaterales y prácticas discriminatorias, como los mecanismos de ajuste en frontera para gravar los productos fabricados en países más emisores, podrían dar lugar a una distorsión del mercado y agravar el déficit de confianza entre las Partes y deben evitarse.