Tracy Beatty, de 61 años, recibirá una inyección letal en la penitenciaría de la ciudad de Huntsville, a menos que la justicia le conceda un respiro en el último momento.
Había sido condenado a muerte en 2004 por estrangular a su madre, de 62 años, un año antes.
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Recién salido de prisión tras cumplir condenas por robo y violencia, se había alojado en la casa de su progenitora, a pesar de tener una “relación conflictiva”, según establecen documentos judiciales.
Cuando ella le pidió que se fuera, la golpeó, la estranguló, y luego enterró su cuerpo.
Reo mató a su madre y alegó discapacidad
A medida que se acercaba la fecha fijada para su ejecución, sus abogados interpusieron recursos finales para intentar salvarlo, alegando que padece una discapacidad mental.
La Corte Suprema de Estados Unidos ha declarado inconstitucional ejecutar a convictos que no pueden entender su sentencia.
El mes pasado, dos médicos se encontraron con el condenado pero señalaron que no pudieron realizar un peritaje concluyente, porque las autoridades penitenciarias se negaron a quitarle las esposas.
Si la justicia no actúa a su favor, Beatty será el decimotercer condenado a muerte ejecutado desde principios de año en Estados Unidos y el cuarto en Texas.