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Nancy Pelosi se ha erigido como un faro para los demócratas en una época convulsa para la historia de Estados Unidos.
La presidenta de la Cámara de Representantes, incómoda para unos republicanos que buscan hacerse con el control del Congreso, supo defender la democracia ante un Capitolio fuertemente dividido.
La que es para muchos una ‘rara avis’ de la política estadounidense accedió en 2018 a liderar a los demócratas en la Cámara Baja del Congreso por segunda y última vez, especialmente si los republicanos se hacen con el control del hemiciclo en las ‘midterm’ de este martes, las conocidas elecciones de mitad de mandato que sirven a modo de consulta sobre el nivel de aprobación del presidente del país.
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La vieja guardia
Pelosi, de 82 años, representa a la vieja guardia demócrata, políticos en peligro de extinción que tienen la vista puesta en abrir paso a nuevas generaciones que saneen y renueven el liderazgo del partido para adaptarse a los nuevos desafíos de la política interna estadounidense.
Aunque los demócratas mantienen ciertas expectativas de cara a los comicios, la mayoría de los congresistas de la formación apuntan a un aumento de la presión sobre Pelosi -que fue también líder de la minoría demócrata en dos ocasiones- para que abandone finalmente el cargo independientemente de los resultados.
Fuentes de la formación indicaban ya a principios de septiembre que la carrera para sucederla había comenzado: el encuentro entre Jim Clyburn, encargado de la disciplina de partido, y el diputado por el estado de Carolina del Sur Hakeem Jeffries habría servido como detonante.
A pesar de que los altos cargos de la formación han tratado el asunto con discreción en un intento por mostrar respeto hacia la propia Pelosi, el revuelo se ha ido extendiendo a medida que algunos congresistas manifiestan a puerta cerrada su deseo de sustituirla.
En este sentido, es el propio Jeffries el que figura como principal favorito para recoger el testigo ante un legado que se remonta a 2003, cuando Pelosi pasó a liderar a los demócratas en la Cámara de Representantes y se convirtió en la primera mujer en encabezar un partido dentro del Congreso.
Sin embargo, el nombre de la mujer con más poder político institucional de la historia del país ha adquirido una nueva relevancia durante los últimos años, especialmente bajo la Administración del ahora expresidente Donald Trump. Desde entonces, se ha convertido en una especia de gurú para la política estadounidense, un papel que también le ha granjeado numerosas críticas y enemigos desde la derecha.
Impeachment y asalto al Capitolio
El pasado 6 de enero de 2021, cuando una turba de seguidores de Trump irrumpió en el Congreso de Estados Unidos, Pelosi y el líder de la mayoría en el Senado, Chuck Schumer, trataron de frenar el asalto desde dentro. Durante casi cuatro horas de creciente tensión, ambos alertaron del peligro que la situación suponía para el personal y los funcionarios que se encontraban en el interior del edificio, mientras apuntaban al presidente saliente como principal “instigador”.
La propia Pelosi impulsó posteriormente la apertura de una investigación parlamentaria para aclarar lo sucedido aquel día, cuando el propio Trump abogó por bloquear la ratificación de los votos de las presidenciales que daban la victoria a Joe Biden.
Antes de las ‘midterm’, que permitirán renovar la totalidad de la Cámara Baja del Congreso y un tercio de los escaños del Senado, la comisión aboga por hacer que Trump testifique bajo juramento tras ser acusado de “conspirar” para revertir los resultados electorales.
Fue la propia Pelosi la que amenazó con un segundo ‘impeachment’ tras el asalto dos años después de que la cámara activara el mismo proceso contra el multimillonario por sus presiones a Ucrania para investigar al hijo de Biden, Hunter.
Según los investigadores, Trump pretendía que las autoridades ucranianas investigaran al que fuera precandidato demócrata y a su hijo por supuestas corruptelas en sus negocios en Ucrania.
No obstante, después del asalto al Capitolio fue la propia Pelosi quien volvió a pedir la apertura de un proceso de destitución si el entonces vicepresidente, Mike Pence, no invocaba la Vigésima Quinta enmienda para sacarlo de la Casa Blanca.
Visita a Taiwán
La actividades de Pelosi volvieron a levantar la polémica en septiembre a raíz de su visita a Taiwán junto a una delegación de altos cargos estadounidenses, una cuestión que provocó duras críticas desde el Gobierno chino.
La política demócrata ha defendido a capa y espada el viaje y ha acusado al presidente del gigante asiático, Xi Jinping, de actuar como un “matón asustado” en el que parece haber sido su último acto oficial como líder de la Cámara de Representantes de Estados Unidos.
Así, volvió a adoptar una contundente postura política aludiendo a la defensa de los “valores democráticos” y acusó a China de tratar de “aislar” a Taiwán en una región de creciente relevancia geoestratégica para Estados Unidos.