A pesar de las promesas de las grandes tecnológicas, como Meta -matriz de Facebook, Instagram y WhatsApp-, Google o la gigante china TikTok de hacer frente a la desinformación, los contenidos falsos siguen siendo propagados por internet y llegando a millones de votantes.
Las falsas denuncias de un posible fraude electoral y, en menor medida, temas culturales polémicos en EE.UU., como los derechos de los transgénero o la teoría crítica de la raza, son los dos principales asuntos sobre los que gira la desinformación en el país.
El primero está basado en la idea de que los comicios de 2020 fueron fraudulentos y que todavía hay esfuerzos para cometer fraude electoral, explicó a EFE Zeve Sanderson, director ejecutivo del Centro para Redes Sociales y Política de la Universidad de Nueva York (NYU).
Y es que las narrativas sobre fraude electoral se han vuelto cada vez más comunes desde las presidenciales de 2020, donde el entonces presidente y candidato republicano, Donald Trump, aseguró sin pruebas que los comicios fueron “robados” para favorecer al demócrata Joe Biden, que acabó ganando esa votación.
Sanderson precisó que el tema del fraude ha pasado de ser "marginal" a convertirse en una corriente "mayoritaria" entre figuras políticas e incluso funcionarios electos.
"La principal narrativa y sobre la que estamos nerviosos es la que concierne a la legitimidad de las elecciones", afirmó el experto, que estudia la diseminación de la desinformación en las redes sociales en EE.UU.
Los intentos de esas plataformas, cuyo papel en los procesos electorales en el país ha sido puesto en escrutinio desde hace ya varios años, no han sido completamente efectivos en combatir este fenómeno.
Por el contrario, según un estudio de NYU, sus "políticas deficientes" han dado como resultado "la amplificación continua" del rechazo a la legitimidad de las elecciones, especialmente en los estados clave.
El reporte señala varias falencias por parte de las compañías en su estrategia para acabar con la desinformación, como la normativa de Facebook que exime a las cuentas de políticos de entrar en su programa de chequeo de datos.
En otro estudio de la misma universidad, los investigadores pusieron las políticas de las redes sociales a prueba, enviando 10 anuncios con falsedades sobre las elecciones en inglés y español para ser aprobados por Facebook, TikTok y YouTube.
El resultado: el 90% de los anuncios con desinformación recibieron la luz verde de TikTok en ambos idiomas; el 20% de los que estaban en inglés y 50% de los que estaban en español pasaron los filtros de Facebook; y el 100% de las publicidades en ambas lenguas fueron rechazadas por YouTube.
"Las plataformas de internet, en realidad, no están muy reguladas. A diferencia de la televisión, donde algunas publicidades políticas son reguladas, en internet es un poco el todo vale", dijo a EFE Diego Groisman, uno de los autores del estudio.
Las redes como un amplificador
En los últimos años, uno de los cambios más importantes que han visto los expertos en comparación con las elecciones presidenciales de 2016, cuando Rusia e Irán eran nombrados como los principales agentes de desinformación en EE.UU., es que las falsedades en los ciclos electorales vienen de dentro del país y de la mano de políticos o analistas conocidos.
En las presidenciales de 2020, la campaña de desinformación sobre el fraude electoral fue "altamente efectiva", liderada por las élites políticas y apoyada por los medios de comunicación masivos, de acuerdo a un macroestudio de la Universidad de Harvard.
Las redes sociales, por su parte, jugaron un "rol secundario o auxiliar" de replicar y diseminar los datos que provenían de Trump, el Comité Nacional Republicano y del "entorno de medios de comunicación de derecha", incluyendo el canal Fox News, indica el reporte, que analizó cientos de miles de tuits, posts de Facebook y artículos online.
A la misma conclusión llegó una investigación del Election Integrity Partnership, un grupo de expertos de las Universidades de Washington y de Stanford creado antes de los comicios de 2020 para combatir las amenazas al sistema electoral.
Quienes promueven el "desorden" en los comicios ya no requieren de un "ejército de trolls extranjeros", sino que se aprovechan de cuentas verificadas, que tienen muchos seguidores y disponen de la confianza de su audiencia, apuntó el equipo de expertos.
En resumidas cuentas: “La desinformación que tiene más impacto proviene en mayor parte de cuentas reales, no bots; es fácil de leer para quienes la consumen y tienen un apego al perfil del político o al analista mediático” que la propaga, subrayó Sanderson.