El otro logro de Meloni: callar a Berlusconi

Gonzalo SánchezRoma, 21 oct (EFE).- Por ahora, la líder de los ultraderechistas Hermanos de Italia, Giorgia Meloni, puede presumir de dos hitos: ser la primera mujer en recibir el encargo de gobernar el país y lograr que hoy, en el momento más importante de su vida política, su locuaz e incómodo socio Silvio Berlusconi guardara silencio.

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El Palacio del Quirinal, erigido en lo alto de una de las míticas colinas romanas, fue este viernes el escenario de una liturgia que se repite con asiduidad en la agitada política italiana: la ronda de consultas del jefe del Estado para formar un nuevo Gobierno.

El presidente, Sergio Mattarella, recibió a los ganadores de las elecciones del 25 de septiembre, la coalición de derechas liderada por la más votada, Meloni, y seguida por una concurrida delegación entre la que destacaban sus aliados Matteo Salvini y Berlusconi.

Generalmente cada vez que el magnate asoma la cabeza de una de sus mansiones suscita gran interés, pero este viernes, algo cojo a sus 86 años, volvió a acaparar la atención: todos querían saber cómo se comportaría.

En los últimos días, Meloni y él atravesaron una serie de tensiones primero por los insultos que Berlusconi dejó ver escritos en su cuaderno y después por una serie de filtraciones en las que elogiaba al presidente ruso, Vladimir Putin, y culpaba a Kiev de la guerra.

Por eso, cuando se supo que Mattarella convocaría a la coalición este viernes para sondearla, otro de los integrantes de la coalición conservadora, Maurizio Lupi, se apresuró a decir que Meloni, la más votada, hablaría en nombre de todos durante el encuentro.

Tras la reunión con el jefe del Estado, Meloni ofreció una breve declaración ante los medios en la que reclamó el Gobierno del país, con la plana mayor de su coalición a sus espaldas y flanqueada por sus socios: Berlusconi a la derecha y Salvini a la izquierda.

Habló durante poco más de un minuto mientras el magnate callaba a su lado, limitándose a sonreír, asentir y de vez en cuando mirarla fijamente (acompañado por una de sus portavoces, Licia Ronzulli, conocida enemiga de Meloni).

Un comportamiento silente que nada tuvo que ver con el que mostró en la ronda de consultas de abril de 2018. Entonces Berlusconi también acudió ante Mattarella con Meloni y Salvini, éste último entonces el protagonista y más votado.

No obstante, el político octogenario se atrevió a robarle el protagonismo, tomando la palabra ante el micrófono -algo que hoy no hizo con Meloni- e incluso enumerando con sus manos las conclusiones que Salvini iba pronunciando ante la prensa.

Y cuando la comparecencia tocó a su fin, tomó a sus dos pupilos del hombro, como queriendo demostrar su mando, y los acompañó a la salida, no sin antes bromear con los periodistas: "Por favor, sean buenos, sepan diferencias a un verdadero demócrata", instó.

Hoy, sin embargo, no medió palabra y solo se expresó a través de sus redes sociales, mostrándose sentado en un trono o presumiendo de que su Forza Italia será "imprescindible" en el futuro Ejecutivo.

Las divergencias entre Berlusconi y Meloni, seria y perseverante, son conocidas y uno de los fundadores de Hermanos de Italia, Guido Crosetto, ha achacado la actitud del magnate a "la dificultad de entender que ya no se está en la posición de repartir las cartas".

Pero el empresario, protagonista de la vida política italiana en las últimas tres décadas, ha recordado que la coalición está formada por tres fuerzas y que, más allá de los votos, "cada una es numérica y políticamente esencial" para la vigencia del futuro Ejecutivo.

Es decir, que sin él, hable o calle, Meloni no gobernaría.

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