El Servicio de Parques Nacionales, que gestiona el monumento, interrumpió las visitas en marzo de 2020 y, aunque algunas partes de la estatua de la libertad se fueron abriendo progresivamente, su corona ha permanecido hasta ahora inaccesible al público.
Para visitar el mirador es necesario adquirir una entrada con antelación y el interés es tal que los billetes están prácticamente agotados ya para todo el mes de octubre.
A la corona se puede acceder únicamente subiendo por una estrecha escalera con 162 peldaños desde el pedestal de la estatua, situado ya a una altura de unos diez pisos, pero las personas con movilidad reducida pueden llegar con un ascensor.
El conocido monumento está situado en la pequeña isla de la Libertad, en plena bahía de Nueva York, donde se inauguró en 1886; la estatua, construida en Francia, fue regalada a Estados Unidos como muestra de amistad y se convirtió en uno de los símbolos de la ciudad y hasta del país entero.
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