En su informe intermedio de Perspectivas publicado este lunes, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) explica que si el abastecimiento no logra cubrir las necesidades, las perturbaciones económicas se prolongarán hasta 2024 y tendrán impacto en todo el mundo.
Incluso si no llega a producirse ese escenario negro, la organización ha tenido que revisar a la baja las proyecciones que hizo hace tres meses por el impacto de la guerra en Ucrania y las restricciones por el covid en China, de forma que la ralentización de la economía global se va a traducir en que el crecimiento quedará limitado al 3 % en 2022 y al 2,2 % en 2023.
Si se compara con las previsiones que la propia OCDE había hecho en diciembre de 2021, antes de que estallara la guerra de Ucrania, eso significa que el año próximo se van a evaporar 2,8 billones de dólares, una caída del 2 % en términos de poder adquisitivo.
La región más afectada es Europa, donde antes de llegar a un eventual problema de abastecimiento, el precio del gas ya se ha triplicado en un año y es prácticamente diez veces superior al que tuvo de media en el periodo 2010-2019.
EUROPA AL BORDE DE LA RECESIÓN
Teniendo en cuenta eso, y otras consecuencias de la invasión rusa de Ucrania, la OCDE ha corregido netamente sus estimaciones sobre la progresión del producto interior bruto (PIB) de la zona euro para el año próximo para dejarla en el 0,3 % (1,3 puntos menos que en junio).
En particular por Alemania, donde se espera una recesión del 0,7 % (2,7 puntos menos) incluso si no se cumple el escenario negro. En los otros pesos pesados de la eurozona también se han reducido las expectativas de crecimiento: 0,6 % en Francia, 0,4 % en Italia y 1,5 % en España.
El Reino Unido rozará la recesión con la hipótesis central de la OCDE (0 % de crecimiento). Sin caer tan bajo, Estados Unidos se va a resentir desde este año, con un aumento de la actividad del 1,5 % (tras el 5,7 % en 2021), y del 0,5 % en 2023.
Los autores del informe hacen notar que Argentina, Brasil, México y Sudáfrica, al estar bastante expuestos a los ciclos de la economía mundial y a la demanda que les viene dirigida de los países ricos, van a sufrir una severa ralentización el año próximo, mayor de la que se había anticipado hace tres meses.
Las tasas de crecimiento quedarán así en un 0,4 % en Argentina (1,5 puntos menos de lo estimado en junio), un 0,8 % en Brasil (-0,4 puntos), un 1,5 % en México (-0,6) y 1,1 % en Sudáfrica (-0,2).
CHINA A CONTRACORRIENTE
En China, la evolución que se espera es la contraria a la de la práctica totalidad de los otros miembros del G20, con una severa ralentización este año debido a las restricciones impuestas por los brotes de covid y la debilidad del mercado inmobiliario, que dejarán la progresión del PIB en un 3,2 % (1,2 puntos menos de lo anticipado en junio) después del 8,1 % de 2021.
Sin embargo, en 2023 debería producirse una recuperación conforme se retiren esas restricciones y gracias a las políticas en favor de la actividad, de forma que el crecimiento subirá al 4,7 %.
Por lo que respecta a Rusia, la OCDE ha corregido sustancialmente sus proyecciones. Reconoce que no se va a producir el hundimiento económico superior al 10 % que había vaticinado en junio por efecto de las sanciones, que no han impedido que sus ingresos por las ventas de hidrocarburos estén aumentando gracias a la escalada de precios.
No obstante, esas sanciones y el esfuerzo de guerra reducirán su producción en un 5,5 % en 2022 y en un 4,5 % en 2023, de acuerdo con el escenario actual.
ARABIA SAUDÍ, GRAN GANADOR
En el otro extremo, Arabia Saudí aparece como el gran ganador en términos económicos de esta situación entre los miembros del G20, ya que con sus ventas de petróleo y de gas a precios por las nubes, su PIB aumentará un 9,9 % este año y un 6 % en 2023.