El papa leyó su discurso tras la aprobación y lectura de la Declaración Final con las peticiones de los líderes religiosos y responsables de organismos internacionales, entre las que se encontraba la de una mayor participación de la mujer en los puestos de mayor responsabilidad.
En el congreso hubo un número muy bajo de representación femenina ya que, entre los 81 líderes que se sentaron en la mesa redonda del debate, sólo había ocho mujeres.
“Hay que implicar mayormente a la mujer. Porque la mujer cuida y da vida al mundo, es camino hacia la paz. Por eso apoyamos la necesidad de proteger su dignidad, y de mejorar su estatus social como miembro de la familia y de la sociedad con los mismos derechos”, dijo el papa citando un punto del Documento Final.
"También a las mujeres se les han de confiar roles y responsabilidades mayores. ¡Cuántas opciones que conllevan muerte se evitarían, si las mujeres estuvieran en el centro de las decisiones! Comprometámonos para que sean más respetadas, reconocidas e incluidas", agregó.
Lea más: El papa con los religiosos de Kazajistán: "Nadie es extranjero en la Iglesia"
En su discurso, donde volvió a pedir compromiso para detener la guerra sobre todo por parte de las religiones, también se refirió a los jóvenes "como mensajeros de la paz y de unidad del hoy y del mañana".
"Ellos son los que, más que otros, invocan la paz y el respeto por la casa común de la creación. En cambio, las lógicas de dominio y de explotación, el acaparamiento de los recursos, los nacionalismos, las guerras y las zonas de influencia trazan un mundo viejo, que los jóvenes rechazan, un mundo cerrado a sus sueños y a sus esperanzas", aseveró.
Y añadió que “también, religiosidades rígidas y sofocantes no pertenecen al futuro, sino al pasado. Pensando en las nuevas generaciones, se ha afirmado aquí la importancia de la instrucción, que refuerza la acogida recíproca y la convivencia respetuosa entre las religiones y las culturas”.