Los datos de Gas Infrastructure Europe (GIE), la asociación que representa al sector del gas ante las instituciones de la UE, señalan que los almacenes de los Estados miembros llegaron al 80,17 % el pasado 29 de agosto (última fecha con datos).
Esto quiere decir que las 160 instalaciones de los 18 socios comunitarios con reservas de gas en sus territorios contienen un total de 890 teravatios/hora (TWh) de gas, la mitad que anualmente compra la UE a Moscú.
"Los Estados miembro y las compañías han hecho un gran trabajo. Sigamos llenando donde el nivel todavía está por debajo (del 80 %) e implementemos el plan de reducción de demanda", celebró en Twitter la comisaria de Energía, Kadri Simson, quien destacó que esto ayudará a "pasar el invierno con seguridad".
No obstante, incluso llenar totalmente todas las reservas con unos 1.100 TWh sería insuficiente para afrontar un corte total del gas por parte del Kremlin: el bloque importó unos 1.800 TWh desde Rusia en 2019, último año antes de la pandemia, según el centro de estudios Bruegel.
Hasta ahora, Moscú ha cerrado los flujos de gas total o parcialmente a doce Estados miembros y Alemania teme que corte definitivamente el grifo del Nord Stream 1, que ya está bombeando a mucha menos capacidad de la que tiene (unos 230 millones de metros cúbicos semanales frente a los 1.200 millones que solía transportar, calcula Bruegel).
Precisamente este miércoles el consorcio estatal ruso Gazprom ha suspendido hasta le sábado el suministro de gas a Europa a través de dicha tubería alegando "labores de mantenimiento rutinarias" y la misma compañía anunció este martes una reducción de los flujos de gas a la francesa Engie, un recorte que se suma al suministro ya reducido de los últimos meses.
CORTE TOTAL DEL GAS
Fue precisamente el miedo a un cierre total lo que llevó a la Comisión Europea a proponer una normativa para obligar a los Estados miembro a llenar al 80 % sus almacenes de gas antes del 1 de noviembre de este año y al 90 % en esa misma fecha a partir de 2023.
Hasta la fecha, tres de los cinco países con mayor capacidad de almacenamiento de gas han superado ya el nivel del 80 %: Alemania tiene sus reservas al 83,65 % (204 TWh), Francia al 91,54 % (120 TWh) e Italia al 81,93 % (158 TWh).
Las reservas de Países Bajos y Austria, los otros dos grandes almacenes de gas de la Unión Europea, se encuentran actualmente al 77,03 % y 66,06 % y tampoco han llegado aún al 80 % Bulgaria, Croacia, Hungría, Letonia, Rumanía y Eslovaquia.
España, que en negociaciones consiguió que el cálculo del nivel de almacenamiento tuviera en cuenta también las reservas de gas natural licuado (GNL), tiene sus reservas de gas al 84,37 % (29,7 TWh).
Las reglas comunitarias no exigen que los Estados miembros dispongan de depósitos de gas, al contrario que ocurre con el petróleo, donde es obligatorio disponer de reservas equivalentes a 90 días de consumo.
Con respecto a los nueve socios comunitarios que carecen de almacenes gasísticos (Chipre, Estonia, Finlandia, Grecia, Irlanda, Lituania, Luxemburgo, Malta y Eslovenia), la normativa les obliga a asegurarse de que un país vecino almacena, como mínimo, una cantidad equivalente al 15 % de su consumo anual del hidrocarburo.
PRECIOS DESORBITADOS
El acopio de gas por parte de los Estados miembro está teniendo lugar, además, en un contexto en el que la cotización de esta materia prima ha alcanzado niveles nunca vistos.
El índice de referencia de precios a futuro de gas, el TTF de Países Bajos, cerró este martes en el entorno de los 253 euros por megavatio/hora, un alivio frente a los 340 euros del pasado viernes, pero casi nueve veces más que la cotización de finales de agosto de 2021 (29 euros por MWh).
Esto ha precipitado movimientos en las capitales europeas, especialmente en Alemania, que se negaba a intervenir el mercado eléctrico hasta el pasado fin de semana, en el que dio su bendición a desvincular el precio del gas del de la electricidad.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, cogió el testigo del gobierno de su país y prometió recientemente una intervención "de emergencia", que estará preparada en semanas, y una reforma "estructural" del sistema para inicios de 2023.
La UE pelea a marchas forzadas para recortar al mínimo posible sus importaciones de combustibles fósiles a Rusia, reduciendo el consumo y diversificando los proveedores, pero también se ha visto obligada a actuar para atajar los precios desorbitados del gas.