Su influencia en este trienio “ha frenado temporalmente la subida de las temperaturas globales, pero no detendrá o revertirá la tendencia a largo plazo del calentamiento global”, comentó en un comunicado el secretario general de la OMM, Petteri Taalas.
Según los expertos de la organización, la probabilidad de que La Niña se prolongue entre septiembre y noviembre es de un 70%, mientras que ésta baja al 55 % entre diciembre y febrero de 2023.
Las condiciones de La Niña en el Pacífico Sur se han fortalecido en meses recientes, con la intensificación de vientos entre mediados de julio y agosto, afectando a las temperaturas y precipitaciones y exacerbando las sequías y las inundaciones en diferentes partes del mundo, analizó la organización con sede en Ginebra.
"La cada vez peor sequía en el Cuerno de África y en el Cono Sur llevan la marca de La Niña, así como las lluvias por encima de la media en el sureste asiático y Australasia", analizó Taalas, aunque la OMM también destacó la influencia del cambio climático, inducido por las actividades humanas, en estos fenómenos extremos.
La Niña va asociada a un enfriamiento a gran escala de las temperaturas de la superficie oceánica en zonas ecuatoriales del Océano Pacífico, lo que asociado a cambios en vientos, presión atmosférica y lluvias en la zona suele conllevar enfriamientos de temperaturas, de forma inversa al fenómeno de El Niño.
La OMM destaca por otro lado que pese a la probable prolongación de La Niña, en regiones alejadas del Pacífico, incluyendo buena parte del Hemisferio Norte, se prevé que continúe el predominio de temperaturas superiores a la media tanto en la superficie marítima como en tierra, algo que ya ha ocurrido en meses recientes marcados por fuertes y encadenadas olas de calor.