"Como escritor alemán del siglo XIX, Karl May está inevitablemente marcado por hábitos de un siglo colonialista", admite una carta abierta de la sociedad publicada este jueves.
"Mostrar esos estereotipos de forma crítica y buscar sus fuentes es tarea de la crítica literaria", agrega la carta.
La carta señala que lo que hace especial la obra de Karl May es que en la presentación del oeste norteamericano desde un comienzo su simpatía está con la población indígena.
"Su dignidad y su calidad humana las encarnan personajes como Winnetou. El trágico extermino de la existencia cultural y material de esos pueblos marcan las narraciones de Karl May con temática estadounidense", dice la carta.
May, según la carta, desarrolló, a través de estudios autodidactas, una utopía de respecto mutuo entre pueblos y culturas, justo en las vísperas de la I Guerra Mundial que estallaría dos años después de su muerte.
También en novelas en otros escenarios, como África, Sudamérica o Asia, se muestra y se condenan de forma drástica diversas formas de explotación, agrega.
La obra de Karl May, integrada exclusivamente por novelas de aventuras, logró un gran éxito. En total, se han vendido 200 millones de ejemplares de sus libros, cifra que solo superan las escritoras Agatha Christie y J.K.Rowling.
No obstante, la gran aceptación del público ha estado generalmente acompañada de un cierto desprecio por parte de la crítica especializada, en un país como Alemania en donde las fronteras entre literatura culta y literatura popular han sido tradicionalmente más rígidas que en otros países europeos.
Políticamente su recepción ha sido ambigua y su obra ha sido admirada y rechazada por personajes de la derecha y de la izquierda.
Entre los nazis había una lucha entre quienes admiraban a sus personajes como un ejemplo para la juventud alemana -entre ellos el propio Adolf Hitler- y entre quienes veían en la obra de May tendencias pacifistas que rechazaban.
En la izquierda ha habido una división entre quienes ven a May como alguien que explota estereotipos y cae en una idealización del pasado y quienes consideran sus personajes como ejemplos del buen salvaje del que hablaba Rousseau.