Los factores que pueden llevar a esos extremos son ante todo los precios de la energía y los problemas en la cadena de suministro en la industria alemana.
Según el informe es altamente probable que el PIB alemán sufra una contracción en el segundo semestre del año y prevé altos niveles de inflación, de hasta el 10 por ciento, impulsados por el coste de la energía y otros factores.
La contracción podría desembocar incluso en una recesión en el primer trimestre de 2023, según los expertos del Bundesbank.
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Segundo trimestre
Ya en el segundo trimestre de 2022 Alemania sufrió un estancamiento de su economía. En los meses de primavera, según el banco central alemán, hubo fuerzas opuestas que afectaron de manera diferente la economía.
La demanda tuvo un efecto positivo gracias ante todo al aumento del consumo privado impulsado por el fin de las restricciones para hacer frente a la pandemia.
Por el contrario, el Bundesbank no considera que haya habido una recuperación notable en las inversiones en equipos debido a la incertidumbre existente sobre las perspectivas económicas y a los problemas en las cadenas de suministro que afectan a la industria.
Las inversiones en el sector de la construcción tuvieron incluso una caída clara, añaden los expertos del banco.
La incertidumbre persistente y el alto nivel de inflación deben haber llevado, según estimación del Bundesbank a falta todavía de cifras oficiales, a que el estancamiento se haya prolongado durante los meses de verano.
Esos mismos factores significan un aumento de la presión sobre la actividad económica.
Aunque la apertura del sector de servicios, especialmente restringido durante la pandemia, puede seguir teniendo un efecto positivo, éste se verá reducido por la caída de poder adquisitivo generada por la inflación, agrega el estudio.
"Además, las preocupaciones sobre una amenazante escasez de gas en invierno reducen el ánimo de consumo", dice el informe, en alusión a los problemas de suministro que acechan a Alemania, dependiente en gran medida de los envíos procedentes de Rusia.
El Bundesbank respalda esa afirmación con una referencia a la caída del índice de clima de consumo del Instituto de Estudios de Mercado (GfK).
Los altos precios de la energía y las preocupaciones por una escasez de gas también han afectado al ánimo empresarial, como lo muestra el índice del Instituto Ifo, que tuvo una clara caída en julio con respecto al mes anterior.
Todo ello, además, puede verse reforzado por factores que probablemente tengan un efecto inflacionario, como el aumento del salario mínimo y la caída del euro frente al dólar.
Asímismo, la inflación mezclada con la escasez de mano de obra en determinados sectores puede llevar a que se produzcan acuerdos salariales que sean una carga para las empresas y a que a su vez, por su efecto en la demanda, se conviertan un factor inflacionario.
Con ello Alemania estaría ante el peligro de entrar en una espiral en la que la inflación fuera respondida con alzas salariales significativas que, a su vez, se pueden convertir en un motor inflacionario.
También en el mercado laboral los problemas han dejado huella y la recuperación registrada tras el fin de las restricciones para combatir la pandemia ha perdido ímpetu.
Sin embargo, el empleo sigue aumentando y la herramienta de la jornada reducida se usa en pequeña medida.
Aunque el desempleo ha crecido desde junio de 2022, esto se atribuye ante todo al hecho de que los refugiados ucranianos han sido incluidos en las estadísticas de la seguridad social.
El panorama negativo se ve además, según el informe, por factores provenientes de la coyuntura internacional.
En China la política de tolerancia cero frente a la pandemia afecta la actividad económica y en EEUU se teme también una ralentización debido a la alta inflación y a las medidas de la política monetaria contra la misma.