Esos grupos incluyen a todas las personas mayores (cada país debe establecer a partir de qué edad, según criterios nacionales), a las personas inmunodeprimidas y a todos los adultos con enfermedades crónicas, así como a embarazadas y al personal sanitario.
El intervalo ideal entre el primer y el segundo refuerzo debe ser de entre cuatro y seis meses, el mismo periodo en el que se ha visto que la efectividad de las vacunas contra la covid empieza a disminuir. Si este plazo se supera, la persona de riesgo debe ser vacunada en cuanto sea posible.