Setenta y siete años después del bombardeo atómico sobre ambas ciudades japonesas, el país asiático se ha mostrado reticente a apoyar el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, que entró en vigor en 2021, manteniendo así una postura de cautela ante la inestable situación global.
Este tratado contiene prohibiciones en el desarrollo, producción, posesión, uso o amenaza de uso de las armas nucleares, además de disposiciones para la asistencia de víctimas y remedio ambiental y busca mandar un mensaje más claro y contundente que el Tratado sobre la No Proliferación (TNP), del que Japón sí forma parte.
"Japón está rodeado de estados nucleares, incluyendo China y Corea del Norte, por lo que este es un momento clave a nivel estratégico para el país", explica Michiru Nishida, profesor de la Universidad de Nagasaki, durante un tour con prensa extranjera organizado por el Ministerio de Asuntos Exteriores nipón.
Nishida, que pasó 25 años trabajando para la cancillería japonesa, forma parte ahora del Centro de Investigación para la Abolición de las Armas Nucleares (RECNA), que estudia desde esta ciudad del sur del archipiélago cómo lograr un mundo libre de armas nucleares.
Para este profesor, la posición actual de Japón y su reticencia a rubricar el nuevo tratado se debe a que esto le llevaría a renunciar a la protección nuclear bajo el paraguas estadounidense, aunque ello no implica que el país quiera armarse nuclearmente por sí mismo, según señala.
"Esto es algo que el pueblo japonés debe discutir, por ejemplo, si no se puede confiar más en la protección estadounidense. Sin embargo, creo que Japón seguirá manteniendo una postura defensiva y no ofensiva", explica el experto.
POSIBLE ARMAMENTO NUCLEAR DE JAPÓN
Algunas facciones políticas niponas conservadoras vienen sugiriendo un armamento nuclear de Japón tras la invasión rusa de Ucrania el pasado febrero, la creciente amenaza de Pionyang, que estaría preparado para hacer un nuevo test atómico en cualquier momento, y las tensiones con China y sus frecuentes maniobras militares cerca de Taiwán.
De llevarse a cabo, esto obligaría a Tokio a abandonar el TNP, que entró en vigor en 1970, en plena Guerra Fría, y prohíbe la posesión de armas nucleares a cualquier país que no forme parte del grupo de potencias formado por Estados Unidos, Reino Unido, China, Francia y Rusia (entonces la Unión Soviética).
Esta sugerencia ha sido criticada por los gobiernos locales de Hiroshima y Nagasaki, así como por los "hibakushas" -supervivientes de la bomba atómica-, que tienen ahora al menos 77 años y han sobrevivido los estragos de la guerra y las consecuencias de la radiación, y dicen que quien sugiere esto "no ha vivido la guerra".
MÁS PRESUPUESTO EN DEFENSA
El Gobierno japonés ha propuesto doblar el presupuesto nacional de Defensa hasta el 2 % del PIB del país, así como considerar la autorización de ataques preventivos, una estrategia que va en contra de su tradicional postura de simplemente interceptar ataques.
"China y Corea del Norte son una posible amenaza para Japón, por lo que necesitamos una defensa adecuada", explica Nishida, quien también se muestra cauteloso sobre cómo esto puede ser percibido por los países vecinos.
El académico considera que este incremento en el presupuesto de defensa "no es para la agresión, sino para disuadir a países como Corea del Norte de utilizar armas nucleares".
El Enola Gay fue el avión que el 6 de agosto de 1945 soltó sobre Hiroshima la primera bomba nuclear utilizada en combate real y bautizada como "Little Boy", precipitando la rendición de Japón y el final de la II Guerra Mundial.
El 9 de agosto, la bomba "Fat Man" fue arrojada sobre Nagasaki. Explotó a las 11:02 AM a unos 470 metros de altura, con una detonación equivalente a 21 kilotones de TNT y dejó más del 40 % de la ciudad destruida.
Incluyendo los dos bombardeos, unas 400.000 personas perdieron la vida en Hiroshima y Nagasaki hasta la actualidad, y ambas ciudades luchan ahora por mantener vivo este recuerdo y pasar a la historia como las únicas en haber sufrido un ataque nuclear.