Gran parte de los países de la región tienen alta dependencia de las importaciones de fertilizantes provenientes de Ucrania, Bielorrusia y Rusia y los precios de estos productos “ya han superado el nivel récord de la crisis del 2008″, indicó en un comunicado el organismo, cuya sede regional se encuentra en Santiago de Chile.
"Necesitamos innovar para enfrentar la escasez y el alto precio de los fertilizantes sintéticos, y la diversificación de fuentes de nutrientes es una estrategia para una agricultura más resiliente", dijo el representante de la FAO para América Latina y el Caribe, Julio Berdegué.
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El organismo celebró este jueves un seminario donde expertos y autoridades de Brasil, Chile, Perú y el Caribe dieron a conocer sus experiencias en el uso de biofertilizantes y compost y compartieron técnicas como la rotación de cultivos y el uso de leguminosas, que permiten sustituir o complementar los fertilizantes químicos.
Los fertilizantes orgánicos, además, "pueden contribuir a que la agricultura sea más sostenible", apuntó Berdegué.
Nitrogenados y leguminosas
Entre las experiencias que se compartieron en el seminario están los estudios de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (EMBRAPA), que han demostrado que la sustitución completa de fertilizantes químicos por nitrogenados en el cultivo de la soya y "la fijación biológica del nitrógeno con bacterias" han permitido un ahorro anual de 14.000 millones de dólares.
En Chile, el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) ha impulsado la aplicación de materia orgánica de origen animal y vegetal en cultivos y frutales, como el guano de gallinas, purines de lechería o humus de lombriz, lo que ha reducido los costos de fertilización y aumentado la producción entre un 5 % y un 20 %, según FAO.
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Otro ejemplo que se usó en el seminario fue el de la empresa peruana BIOEM, que promueve el uso de biofertilizantes creados con una mezcla de hongos, bacterias y levaduras.
En el Caribe, en tanto, distintos países han utilizado microbios autóctonos para mejorar la eficiencia en el uso de fertilizantes, lo que ha hecho que "sus suelos estén más sanos y productivos al aumentar su contenido de carbono orgánico", explicó el organismo.
La rotación de cultivos con leguminosas es otra técnica recomendada por FAO, pues fijan entre 72 y 350 kilogramos de nitrógeno por hectárea al año y pueden mejorar la disponibilidad de fósforo en el suelo, reduciendo la dependencia de fertilizantes sintéticos.
“Las legumbres fijan más carbono que los cultivos de cereales como el maíz o el trigo, lo cual ayuda a combatir el calentamiento global”, explicó Teodardo Calles, oficial de Agricultura de la FAO.