“La gente se quita las arrugas para aparecer joven, me vienen a la cabeza las palabras de una sabia actriz italiana, Anna Magnani, cuando decía que no la tocasen las arrugas porque le había costado muchos años conseguirlas”, dijo durante la catequesis en la audiencia general en la que habló sobre la vejez.
Francisco añadió que "las arrugas son símbolo de experiencia, de madurez y de vida y de haber hecho un camino. No tocarlas para ser joven... lo que hay que hacer es ser joven en el corazón y como el vino bueno, que cuando más envejece, mejor es".
"Vivimos en una época en la que el mito de la eterna juventud es una obsesión", criticó el papa, antes de añadir que "la vejez se desprecia, olvidando que la vida terrenal es un inicio y no una conclusión".
Y añadió que las tecnologías se están dejando "atraer por este mito en todos los sentidos: esperando vencer a la muerte" y "mantener vivo el cuerpo con la medicina y los cosméticos, que ralentizan, esconden, eliminan la vejez".
“Naturalmente, una cosa es el bienestar, otra cosa es la alimentación del mito. No se puede negar, sin embargo, que la confusión entre los dos aspectos nos está creando una cierta confusión mental”, lamentó.