La rebaja en ocho décimas de la actividad económica mundial con respecto a la previsión publicada en enero se debe “mayoritariamente” a la guerra, aunque según el Fondo también contribuyen a ella la histórica inflación que se está viviendo en gran parte del mundo y los confinamientos de ciudades enteras que se siguen produciendo por la covid-19, especialmente en China.
En su informe de perspectivas económicas globales, actualizado este martes en el marco de la reunión anual de primavera del FMI y del Banco Mundial, el Fondo revisa a la baja las previsiones de crecimiento para 143 países, lo que supone un impacto sobre el 86 % del producto interior bruto (PIB) mundial.
Sin embargo, desde la propia entidad financiera ya alertaron de que sus proyecciones son "considerablemente" más inciertas de lo habitual a causa de la guerra y admitieron que incluso los eventos de los últimos días ya podrían haberlas modificado.
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"La incertidumbre de estas proyecciones es considerable, muy por encima del rango habitual. El crecimiento se podría desacelerar aún más o la inflación podría superar nuestras expectativas", indicó al presentar el informe el director del Departamento de Investigación del FMI, Pierre-Olivier Gourinchas.
Gourinchas citó como ejemplo de algo que podría derivar en cambios significativos en las perspectivas una hipotética ampliación de las sanciones a Rusia por parte de los países europeos que incluya sus exportaciones energéticas.
En este sentido, el FMI admitió que incluso los eventos ocurridos en los últimos días y no recogidos en el informe ya podrían haber tenido un impacto sobre las cifras publicadas, como la adopción el pasado 8 de abril del quinto paquete de sanciones contra Rusia por parte de la Unión Europea por un valor de al menos 20.000 millones de euros (21.590 millones de dólares).
Precisamente en el caso de Rusia, una de las doce mayores economías del planeta, el FMI pronostica un hundimiento del 8,5 % del producto interior bruto (PIB) este año y una caída del 2,3 % el próximo, como consecuencia del conflicto y de las sanciones impuestas por otros países.
Si bien en enero el FMI pronosticaba para Rusia un crecimiento del 2,8 %, tres meses después y tras más de seis semanas de guerra, la institución financiera internacional ha rebajado en 11,3 puntos esa previsión, y ahora proyecta una fuerte contracción de la economía en el país eslavo.
Como es natural, las peores consecuencias económicas de la guerra se las lleva el país invadido, Ucrania, cuyo PIB se desplomará un 35 % en 2022, y los efectos se alargarán por muchos años, incluso si el conflicto llegara a una pronta resolución, según advierte el Fondo.
Rusia y Ucrania son dos de los mayores exportadores de cereales del mundo, especialmente de maíz y trigo, además de proveedores de petróleo, gas natural y minerales en el caso ruso, lo que hace que la guerra esté disparando los precios de las materias primas en todo el planeta y las consecuencias económicas se estén notando mucho más allá de estos dos países.
En el resto del mundo, el conflicto tendrá un impacto muy desigual y las dos grandes economías del mundo no ven tan resentidas sus previsiones en este informe.
Así, Estados Unidos crecerá según el FMI un 3,7 % este año y un 2,3 % el que viene, lo que supone una rebaja de tres décimas para las previsiones de cada ejercicio.
En China el crecimiento será del 4,4 % este año -cuatro décimas menos de lo previsto- y del 5,1 % el que viene, una décima menos de lo calculado anteriormente.
Mientras, en Japón la previsión de crecimiento se ha reducido nueve décimas, hasta el 2,4 % este año, y aumenta medio punto el que viene, hasta el 2,3 %.
La guerra, además, también añade una capa adicional de incertidumbre a la evolución de la inflación, disparada en gran parte del mundo.
Desde el Fondo indicaron que resultará imperativo para garantizar el crecimiento a largo plazo que los países sean capaces de frenar el alza desbocada de precios sin perjudicar a la economía.
Además, Gourinchas resaltó la necesidad de que “muchos países” consoliden sus balanzas fiscales, pero siempre manteniendo el apoyo financiero a los grupos de población más vulnerables, “especialmente en un entorno de altos precios energéticos y alimenticios”.