El proyecto de ley, presentado por el Gobierno de Mario Draghi, fue aprobado este miércoles definitivamente por la Cámara de los Diputados con 323 votos a favor y 49 en contra.
Se obligará a los edificios y dependencias estatales a limitar la temperatura en su interior entre el 1 de mayo de 2022 y el 31 de marzo de 2023 para “obtener un ahorro energético inmediato”.
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En concreto, en invierno la temperatura no debe ser superior a los 19 grados centígrados, con el permiso de aumentarla como mucho en 2 grados, mientras que en verano no podrá ser inferior a 27, con el mismo rango de tolerancia.
La nueva ley incluye numerosas medidas que costarán un total de 8.000 millones de euros, de los que 5.500 millones se destinarán a aplacar la escalada de los precios de la energía.
Mitigar los costes del gas y electricidad
El primer artículo establece la anulación de una serie de cargos fiscales en los recibos de la luz y el gas durante el segundo trimestre de este año a los domicilios y a los consumidores no domésticos que cuenten en sus negocios potencias inferiores a 16,5 kilovatios.
También reducirá el IVA, al 5 %, a la suministración del metano para uso civil e industrial con el fin de mitigar los aumentos del coste del gas debido al “contexto internacional”, como las tensiones con Rusia por la invasión de Ucrania.
Por otro lado se refuerza entre abril y junio el bonus social para aligerar la factura eléctrica y del gas a “las clases más desfavorecidas”.
Se trata de unas tres millones de familias o pensionistas con ingresos anuales de hasta 8.265 euros o familias numerosas, con más de tres hijos, que ingresen menos de 20.000 euros al año.
Excepcional aumento de los precios
Asimismo aplica ayudas extraordinarias en favor de las empresas consumidores de energía para ayudarlas a causa del “excepcional aumento” de los precios.
Paralelamente Italia ha emprendido una estrategia para reducir su dependencia del gas extranjero, ya que importa el 90 % de lo que consume, y en torno al 40 % procede de territorio ruso.
El pasado lunes el primer ministro acudió a Argelia, el segundo suministrador de gas de Italia después de Rusia, y firmó acuerdos para comprar más gas argelino, que llega a Italia a través de un gasoducto que cruza Túnez y desemboca en Sicilia.