Se trata de las familias de dos enfermeras, Irina, de Ucrania, y Albina, de Rusia, que trabajan en el Campus Bio-Médico de Roma y que expresarán lo que sienten en estos días de guerra, tras la invasión rusa, según los textos del Vía Crucis publicados hoy.
Ante el Coliseo romano, símbolo de la persecución de los primeros cristianos, explicarán cómo “la nieve invernal, recoger a los niños del colegio, el trabajo, los abrazos, las amistades” y todo eso se ha acabado, y le preguntarán a Dios por qué, “en medio de las lágrimas acabadas y la ira se ha dado paso a la resignación”.
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Conscientes de la dificultad de la reconciliación, invocan al Señor para que les enseñe “a hacer las paces, ser hermanos y hermanas y reconstruir lo que las bombas querían aniquilar”.
En la última de las estaciones, la cruz la llevará una familia de migrantes que explicará que después de duros viajes, ahora son percibidos como una carga en el país de acogida. “Aquí somos números, categorías, simplificaciones. Sin embargo, somos mucho más que inmigrantes. Somos personas”, se lee en las reflexiones del Vía Crucis.
Vía Crusis escritas por familias
Las palabras del Vía Crucis de este año han sido escritas por familias, debido a que la Iglesia católica celebra el año de la Familia, y tendrán como protagonistas a una pareja de esposos jóvenes, una familia en misión, esposos ancianos sin hijos, una familia numerosa o padres de hijos adoptados.
Tras los dos años de pandemia, en los que el Vía Crucis del viernes santo se celebró en una vacía plaza de San Pedro, esta vez el acto volverá a ser multitudinario.
El papa presenciará el Vía Crucis desde la colina del Palatino y se espera algún mensaje final, aunque no lo hizo en los dos últimos años prefiriendo el silencio.