El papa Francisco se reunió con los indígenas canadienses de los Inuit, Métis y Primeras Naciones que mostraron después, hablando con los, su entusiasmo por esta visita, aunque confirmaron que aún no tienen una respuesta por parte del pontífice argentino a sus peticiones.
“El papa escuchó lo que dijimos. Nuestra voluntad y nuestra esperanza es que el Santo Padre vaya a Canadá a disculparse. Hoy es un día maravilloso", dijo uno de los representantes de las Primeras Naciones, todos ataviados con trajes típicos, a quienes hoy tocó reunirse con el papa después de que este lunes lo hicieran los Inuit, Métis.
Los pueblos originarios hablaron de la necesidad de que se restaure la "dignidad" que les fue robada con estos maltratos y su necesidad de que se escuche "su verdad" de todo lo que sufrieron, añadieron en declaraciones a los medios de comunicación durante sus actividades en la Plaza de San Pedro.
Uno de los representantes explicó que ya estuvo en una reunión en pasado con Benedicto XVI en la que se les pidió perdón por "las horribles experiencias que vivieron en estos colegios" y que hoy, Francisco no respondió directamente a esta petición de venir a Canadá a pedir perdón, pero que esperan en qué mañana puedan tener una respuesta cuando les vuelva a recibir en audiencia y les dirija un discurso.
"Pero si me preguntáis si soy optimista, lo soy pero esperemos mañana que sea más directo en confirmar si viene a Canadá y sin pedirá perdón. Esto es lo que esperamos y hemos sido muy claros con él", añadió el activista.
El papa Benedicto XVI ya había pedido perdón por lo que sucedió en las residencias escolares establecidas por Canadá a finales del siglo XIX dedicadas a la población indígena y que estuvieron en funcionamiento hasta 1997.
Pero el descubrimiento el pasado 6 de junio de los restos de 215 niños, alumnos del Kamloops Indian Residential School, en la provincia de Columbia Británica, hizo revivir la tragedia de los pueblos originarios canadienses y su petición de justicia.
Hasta Roma ha llegado una delegación de 32 ancianos indígenas, "custodios del conocimiento, sobrevivientes de escuelas residenciales y otros jóvenes activistas", según los datos de la Conferencia Episcopal canadiense que les acompaña con varios obispos.
El pasado lunes, tras la reunión con el papa, Cassidy Caron, joven presidenta de Métis, leyó un comunicado en la plaza en nombre del “incalculable número de personas que nos han dejado sin que jamás se escuche su verdad y se reconozca su dolor. Sin recibir jamás la humanidad y la sanación básica que se merecían”.
“El reconocimiento, la disculpa, la expiación, llego muy tarde, pero nunca es demasiado tarde para hacer lo correcto. La esperanza es que también el Pontífice y la Iglesia mundial procederán ahora a un trabajo de traducir las palabras escuchadas "en acciones reales por la verdad", aseveró.
Y, añadió: “Cuando invitamos al papa Francisco a unirse a nosotros, respondió repitiendo en inglés verdad, justicia, sanación, reconciliación. Lo tomamos como un compromiso personal”.
El Gobierno canadiense encomendó a instituciones católicas, anglicanas y protestantes la educación de los niños indígenas que eran apartados de sus asentamientos, incluso sin el consentimiento de sus padres, y en estos internados se les prohibía usar su nombre, su idioma y sus tradiciones.
En estos centros, donde muchos de ellos estaban malnutridos y murieron de enfermedades, no se les daba la misma educación que al resto de niños canadienses, sino que se les encargaban tareas domésticas u otros oficios.
Se calcula que entre 1890 y 1997 alrededor de 150.000 niños indígenas fueron internados a la fuerza en centenares de residencias escolares.
También se estima que unos 4.000 menores murieron durante su estancia en las residencias escolares, aunque algunos académicos y organizaciones consideran esta cifra conservadora.