El experimento, que publica la revista ‘Animal Cognition’, forma parte de una investigación para saber cómo los animales perciben los sonidos y la música y saber si comparten con los humanos unas características que de momento aparentan ser únicas en el reino animal: el lenguaje y la música.
"Nuestro grupo se dedica a entender cómo han evolucionado estas habilidades en los seres humanos y hasta qué punto algunos de sus componentes son compartidos por otras especies", ha explicado el director del LCC, Juan Manuel Toro, uno de los autores del estudio, conjuntamente con Paola Crespo Bojorque y Alexandre Celma Miralles.
Los humanos, cuando escuchan una canción conocida, pueden identificarla aunque no sea una versión exacta del original, si suena más alto o más bajo, más rápido o más lento o si los instrumentos son distintos de la versión que conoce.
El estudio de la LCC pretendía explorar hasta qué punto esta habilidad se basa en habilidades que ya están presentes en otros animales, es decir, que no son exclusivas de los humanos.
Por eso, estudiaron 40 ratas de laboratorio (Rattus norvegicus, comúnmente conocidas como ratas Long-Evans) a las que adiestraron para identificar una melodía, en este caso la segunda mitad de la canción 'Cumpleaños Feliz'.
"Es una melodía de trece tonos que incluye todo el arco tonal típico de las escaleras occidentales", han detallado los investigadores.
El experimento se inició con una fase de familiarización seguida de tres sesiones de prueba.
Hicieron 20 sesiones de familiarización, cada sesión de una duración de 10 minutos por día, y en cada sesión, a las ratas, colocadas individualmente en una caja, les presentaron 40 repeticiones de la melodía de familiarización a la vez que les daban una pastilla de sacarosa como alimento.
Tras la fase de familiarización, hicieron tres sesiones en las que usaron versiones modificadas de la canción para analizar las respuestas ante cambios físicos de la melodía, como la frecuencia fundamental (pitch) -pusieron la canción una octava arriba o debajo del original-, la velocidad (tempo) y el timbre -la canción original estaba tocada en piano y la variante era en violín-.
"Encontramos que las ratas reconocieron la canción incluso cuando existían cambios en la frecuencia y la velocidad, pero cuando cambiábamos el timbre ya no fueron capaces de reconocer la canción", ha explicado Toro.
"Los resultados -ha añadido- sugieren que la capacidad para reconocer patrones por encima de cambios en pitch y tempo de los humanos puede tener sus orígenes en habilidades ya presentes en otras especies".
Hay especies de mamíferos y de aves que pueden percibir cambios en la frecuencia fundamental (monos rhesus -Macaca mulatta), la velocidad (el león marino de California -Zalophus californianus- o la cacatúa -Cacatua galerita eleonora) y el timbre (chimpancés - Pan troglodytes).
Sin embargo, según Toro, “los humanos procesamos la música percibiendo las estructuras musicales de forma relativa en lugar de absoluta; es decir, independientemente de los cambios de superficie a lo largo de características como el tono, el tempo y el timbre. Por tanto, es importante comprender hasta qué punto esta capacidad se basa en sensibilidades ya presentes en otras especies”.