Una de las víctimas es Olga, herida el 18 de marzo en un bombardeo. Ese día se despertó en la madrugada para alimentar a su bebé de seis semanas. Como es su costumbre, la envolvió con una manta para darle calor mientras amamantaba.
Hoy cree que eso fue lo que le salvó la vida a la pequeña.
Olga, herida durante un bombardeo, dijo que ”tuve heridas en la cabeza y comenzó a salir sangre. Cubrió a la bebé y pensé que era su sangre. Le grité a Dmytro y él corrió, le dije que la bebé estaba cubierta de vidrios y sangre y él dijo que era mi sangre, no la de ella. Pero yo no entendía, lo más importante para mí era que se la llevara y corrimos al corredor”.
Tanto Kiev como los servicios de inteligencia occidentales han reportado un retroceso de las tropas rusas, especialmente en los alrededores de la capital, pero también un aumento de la intensidad de los ataques.
En el otro extremo del país, el gobierno ucraniano estima que casi 100.000 personas siguen atrapadas en la ciudad de Mariúpol, un puerto estratégico asediado en el mar de Azov, sin comida, sin agua, sin medicamentos y bajo bombardeos constantes.