El sondeo realizado por el instituto Datafolha muestra una menor ventaja del antiguo dirigente sindical frente al líder ultraderechista respecto a la encuesta publicada el pasado diciembre, aunque ambas no son directamente comparables dado que hubo cambios en la lista de candidatos.
En la anterior encuesta, la intención de voto el líder del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) oscilaba entre un 47 y 48 % dependiendo del escenario, mientras que la de Bolsonaro, quien aspira a la reelección, rondaba entre el 21 y el 22 %.
El nuevo sondeo de Datafolha, que escuchó a 2.556 electores entre el martes y el miércoles de esta semana en 181 ciudades del país y tiene dos puntos porcentuales de margen de error, muestra que el país sigue polarizado entre el líder ultraderechista y el izquierdista a menos de siete meses de las elecciones presidenciales.
También refleja que ninguno de los candidatos de centro, que intentan construir una tercera vía, tiene viabilidad.
Prácticamente igualados (entre el 8 y el 6 %) se encuentran el exmagistrado Sergio Moro, quien mandó a prisión a Lula, fue ministro del actual Gobierno y salió enemistado con el líder de la ultraderecha, y Ciro Gomes, dirigente del Partido Democrático Laborista (PDT) y que fue el tercero más votado en las presidenciales de 2018.
Por detrás se sitúa un pelotón de adversarios que no superan el 5 % de intención de votos, entre ellos el gobernador de Sao Paulo, el mayor colegio electoral del país, Joao Doria, de Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
Lula, quien era el preferido en las encuestas para las presidenciales de 2018, no pudo disputar las pasadas elecciones debido a que había sido condenado en dos procesos por corrupción por jueces de segunda instancia y estaba en la cárcel.
El líder socialista quedó habilitado para disputar las presidenciales de este año después de que la Corte Suprema anulara las dos condenas que le habían sido impuestas por considerar que el entonces juez Sergio Moro, responsable por los procesos y con foro en la ciudad de Curitiba, no tenía competencia para juzgar al exjefe de Estado y que los casos tenían que ser asumidos por un magistrado de Brasilia.