El plan propone fortalecer la capacidad nacional de producción de fertilizantes, de los que la poderosa agricultura de Brasil depende en cerca de un 80 % y que tiene entre sus principales proveedores a Rusia, país objeto de duras sanciones comerciales tras su invasión a Ucrania.
Bolsonaro aludió al conflicto y lo citó como "una cuestión a más de 10.000 kilómetros de distancia que afecta al mundo todo" y sobre el cual dijo que puede poner en jaque la "soberanía alimentaria" de Brasil y muchos otros países.
En ese marco, volvió a defender un proyecto de ley presentado por su Gobierno al Congreso en 2020, que propone liberar la explotación de recursos minerales, hídricos y orgánicos en tierras indígenas, consideradas hasta ahora como reservas medioambientales.
Según el líder de la ultraderecha, esos territorios atesoran "toda la tabla periódica de elementos" y son ricos en potasio y otros minerales que son la materia prima de los fertilizantes.
El proyecto de ley, resistido por los indígenas y los movimientos ecologistas por su posible impacto sobre la ya degradada Amazonía, será votado en la Cámara de Diputados en abril y luego será debatido por el Senado, en un trámite que se prevé que durará algunos meses.
Bolsonaro insistió este viernes en que esa propuesta "abrirá espacios para integrar a los hermanos indígenas a la sociedad", pues contempla el pago de diversas regalías por el uso de sus tierras.
"Ellos ya son casi como nosotros y quieren integrarse", dijo en referencia a los pueblos indígenas y sobre un proyecto que, en su opinión, "será muy bueno para todo el mundo".
La ministra de Agricultura, Tereza Cristina Correa, sostuvo en el mismo acto que "Brasil es una potencia mineral, una potencia ambiental y una potencia agrícola" y que es necesario "mantener la competitividad" del campo en medio de las dificultades que plantea la invasión rusa a Ucrania.
Sin embargo, subrayó que la decisión de fortalecer la capacidad de producción de fertilizantes nacional responde a la necesidad de reducir la dependencia de los proveedores extranjeros.
"No estamos reaccionando a una crisis, sino buscando una solución para un problema estructural", sostuvo la ministra sobre ese plan, que se discute desde el año pasado y plantea fortalecer las inversiones en ese sector, estratégico para la agricultura.
Según datos oficiales, el sector agrícola de Brasil, uno de los mayores productores mundiales de alimentos, cuenta con reservas de fertilizantes hasta octubre, por lo que aún no sufre el impacto de los problemas de abastecimiento causados por la guerra en Ucrania.
De todos modos, para anticiparse a esa situación, el Gobierno ya ha anunciado que pretende aumentar sus importaciones desde Canadá e Irán, otros dos grandes productores globales de fertilizantes.