"El 68 % de los shihuahuacos que estudiamos tiene más de 500 años y el 16 % tiene más de mil, son árboles que forman parte del patrimonio de la nación peruana", declaró Tatiana Espinosa, directora de la ONG Arbio, dedicada al cuidado de una concesión de bosque amazónico en la región de Madre de Dios.
Estos árboles pueden sobrepasar los 60 metros de altura, son de las especies más altas y antiguas del Amazonas y su ritmo de crecimiento es lento, un metro de diámetro de su tronco tarda en formarse 700 años, pero la tala incontrolada está haciendo que se reduzcan de forma alarmante y pese a esto, aún no han sido declaradas por las autoridades como especie protegida, lo que dificulta su preservación.
La madera del shihuahuaco es resistente y muy apreciada en el mercado internacional, sobre todo para su uso en suelos de viviendas, por lo que su tala está acabando con miles de estos árboles al mes, causando daños al hábitat de diversas especies y al propio bosque, ya que según Espinosa este árbol es refugio de especies como los guacayos o águilas arpías que usan sus ramas fuertes y horizontales para construir sus nidos.
Espinosa explicó que 200.000 hectáreas de bosque fueron deforestadas en Perú durante 2021, cifra superior respecto a la del año anterior, y que los cultivos o reforestaciones con las que en ocasiones se intenta mitigar el daño no es reemplazable a la diversidad y ecosistemas creados por especies tan antiguas como las que crean los shihuahuacos.
Algo que toca especialmente a la explotación de los shihuahuacos es que su madera no flota y no se puede transportar por los ríos como la de otras especies, lo que fuerza que empresas sigan abriendo caminos y carreteras, lo cual rompe por completo el equilibrio del ecosistema de los bosques amazónicos.
"Un bosque es más que un conjunto de árboles, en su subsuelo existe una red de raíces y hongos que se extiende por kilómetros, que son el soporte de la vida en el Amazonas", dijo Espinosa, que el año pasado recibió el premio Internacional de Conservación “Jane Goodall Hope and Inspiration Ranger Award”.
"Los shihuahuacos funcionan como grandes bombas de agua y encima de ellos producen pequeñas nubes de humedad que viajan hasta las cordilleras, ayudando a la formación de ríos y glaciares, que luego son fuentes de agua para el resto del país, cuando se talan estos árboles se rompe el ecosistema", explicó Espinosa, afirmando que se está cerca de un punto de no retorno.
Arbio es una ONG fundada por tres mujeres centrada en la preservación de una concesión de unas 900 hectáreas de bosque amazónico y este jueves firmó en Lima un acuerdo de cooperación que incluye el cuidado de 100 shihuahuacos y la promoción de su investigación con la empresa peruana de bebidas Aje, que manifestó su deseo de ayudar a frenar la deforestación.
"Las empresas podemos liderar una revolución natural que transforme a los consumidores en usuarios conscientes, que se pregunten si lo que compran es bueno para ellos, pero también para la sociedad y el planeta", dijo Jorge López-Doriga, director global de comunicaciones y sostenibilidad del grupo Aje.