La imagen viral de la sanitaria Leela Thapa cargando a cuestas a una anciana de 78 años por una zona montañosa para llevarla a un centro de vacunación, simbolizó las dificultades que atraviesa el país del Himalaya para poder inmunizar a toda su población.
"Al principio la anciana se mostraba reacia a vacunarse, pero cuando le dije que le sería difícil obtener el subsidio para mayores si no lo hacía, accedió", explicó a Efe Thapa, que tuvo que cargar con la mujer a cuestas porque era incapaz de caminar.
Para muchos en el país esta instantánea certificó el esfuerzo incansable de las autoridades nepalíes para inmunizar a la población contra el coronavirus, pero expertos sanitarios también subrayaron el problema de raíz de la falta de acceso a los centros de salud.
"La fotografía muestra que nuestras instalaciones de salud no son accesibles para todos y hay mucho por hacer", declaró a Efe la doctora Kiran Regmi, exsecretaria de Salud de Nepal.
También la portavoz del Ministerio de Salud, Sangita Mishra, considera que son muchos los desafíos que deben afrontar los nepalíes para acceder a una vacuna de la que en estos momentos disponen de dosis suficientes, no como al inicio de la campaña.
"Ahora nuestra principal preocupación y objetivo es llevar estas vacunas a todos los rincones del país, incluidas las áreas montañosas remotas", señaló a Efe Mishra.
Nepal ha vacunado hasta ahora al 60 % de sus 29,19 millones de habitantes, un dato que asciende al 77 % si se limita a su población adulta, en un país donde se han registrado hasta el momento 1,1 millones de contagios y cerca de 12.000 muertes por coronavirus.
HORAS DE TRAVESÍA
La experiencia de Thapa no es única. La voluntaria del servicio de salud Birma Devi Kunwar necesita cargar a la espalda durante más de seis horas una nevera de vacunas de unos 30 kilogramos por una ruta montañosa remota en el distrito de Darchula, en el oeste de Nepal.
Tras atravesar peligrosas y angostas colinas, la joven de 32 años llega a su destino: Duhun, un pequeño pueblo situado a una elevada altitud, donde entrega en un centro de salud las dosis contra el coronavirus.
"No tengo que cargar (la nevera) todos los días", anota, solo cuando llegan nuevos cargamentos y, en especial, "cuando es tiempo de vacunación", explicó a Efe la voluntaria.
Pero la travesía de esta mujer no es sencilla, sobre todo durante el invierno, debido a la nieve y las bajas temperaturas, o durante la época de monzón, cuando son frecuentes los deslizamientos de tierra por las fuertes lluvias.
"Es difícil, es un viaje arriesgado, pero es mi trabajo", zanjó Kunwar.
El puesto de salud en el que trabaja esta voluntaria atiende las necesidades de pequeñas aldeas que se encuentran incomunicadas por carretera y alejadas de los hospitales.
Sin embargo, según explicó a Efe el encargado del centro, Ishwari Bhatta, el puesto de salud está relativamente cerca para los habitantes de la región, "a una hora de caminata para la mayoría".
En otras zonas remotas la gente necesita caminar a veces durante días para llegar a los centros de salud, pero pese a las dificultades, "la gente está dispuesta a vacunarse", afirmó.
También instalan en ocasiones campamentos móviles para que sea más fácil vacunar a ancianos o discapacitados, aunque las autoridades sanitarias advierten que en las zonas remotas muchas mujeres de bajos recursos no están siendo vacunadas, tanto por la falta de transporte como por la necesidad de tener que atender a los niños.
NIEVE Y CORTES ELÉCTRICOS
Asociado a la cordillera del Himalaya, de la que forman parte algunos de los picos más altos del mundo como el Everest, están los climas extremos, con temperaturas bajo cero y tormentas de nieve que en ocasiones dejan incomunicadas algunas regiones.
A principios de este mes las fuertes nevadas obligaron a detener el programa de vacunación en el único hospital del distrito nepalí de Humla, una de las áreas más aisladas y limítrofe con el Tíbet, donde las temperaturas se situaron a unos 7 grados bajo cero.
Paradójicamente, otro de los problemas a los que se enfrentan en este hospital es la dificultad para mantener la cadena de frío de las vacunas debido a los cortes de electricidad, por lo que usan generadores de combustible para las cámaras frigoríficas.
“A pesar de las adversidades y dificultades geográficas, la gente viene a vacunarse”, remarcó a Efe el jefe del hospital del distrito, el doctor Tashi Lama, que aseguró que “todos los días más de 300 personas acuden al hospital (y) no es fácil vacunarlos a todos”.