Fuentes de la casa real dijeron entonces que Isabel II no tenía síntomas, pero no precisaron si se realizó una prueba de coronavirus.
Isabel II recibió al general de división Eldon Millar, encargado del enlace entre la reina y las fuerzas armadas, y a su predecesor, el contralmirante James Macleod, en el Castillo de Windsor, residencia de la monarca situada unos 40 kilómetros al oeste de Londres.
El Palacio de Buckingham divulgó después un vídeo del encuentro, en que se ve a la monarca dándoles la bienvenida de pie, sonriente, con un vestido estampado y llevando un bastón.
“Como pueden ver, me cuesta moverme”, afirma la soberana, de 95 años, señalando su pie o pierna izquierda.
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Pese a esta dificultad y al hecho de que aparece muy delgada, la comparecencia de la reina busca enviar una señal tranquilizadora sobre su estado de salud, en un momento complicado para la monarquía británica.
Su tercer hijo, el príncipe Andrés, alcanzó ayer un acuerdo financiero para poner fin a una denuncia en Estados Unidos por agresión sexual y ayer la policía de Londres anunció haber abierto una investigación relacionada con la fundación del príncipe Carlos.